Madrid todavía huele a orina

   Todavía las calles del centro de Madrid, allá donde se congregó la mayoría de la gente para celebrar el Mundial el domingo y, posteriormente, el recibimiento del lunes a La Roja, huele a orina. También a alcohol. Son pequeñas y desagradables huellas que deja tanta fiesta y que al mismo tiempo se sobrellevan por lo que significaron para nuestro país. Alegría sin cuartel.

   No ocurre lo mismo con otras cosas que están sucediendo en Madrid. La huelga del Metro no se ha cerrado y vivirá capítulos duros durante los próximos tiempos, ya que cada vez parece más imposible que haya un acuerdo entre el gobierno regional de Aguirre y los sindicatos.

   Sin embargo puede respirar tranquila, sin malos olores, la presidenta y 'lideresa' nacional del PP. El juez acaba de archivar la causa que investigaba el supuesto espionaje a políticos de la Comunidad de Madrid bajo el supuesto mando del gobierno local o alguna consejería cercana a la propia Aguirre. Pero que a nadie se le olvide que comprobado queda que políticos como Alfredo Prada, del PP, fue espiado. Otra cosa es que se haya decidido que es imposible conocer si hubo órdenes desde arriba.

   Lo que sí sabemos, miren por donde, es algo que ya sabíamos. Vivan las contradicciones y las frases absurdas. Hablo del Debate sobre el estado de la Nación. Un compañero de profesión habló en su blog de la incidencia y el interés de los españoles por el Debate, y como cada año, los resultados son desalentadores en cuanto a la política. Por algo los ciudadanos, en los barómetros el CIS, manifiestan que uno de los problemas que ven en España es la propia clase política y el ejercicio de su 'profesión'. Esos resultados indicaban que, en la prensa, las noticias más leídas eran las relativas a otros temas que nada tenían que ver con los que ha sucedido en el Congreso de los Diputados este miércoles y este jueves. Datos que dicen mucho más de lo que parece.

   Eso sí, ahora toca decir quién ganó, quién estuvo mejor, quién vale más o vale menos. Es lo que al final queda de estas citas políticas tan densas pero que, nos gusten o no, son necesarias en el sistema parlamentario de nuestra Democracia para que se traten todos los asuntos que durante el año y el ejercicio político se trabajan en el Congreso y el Senado. Otra cosa distinta, claro, es que estos políticos no nos convenzan.

   ¿Y que quién ha ganado? Pues nadie. Pero hay una idea que hay que extraer: a Zapatero se le daba por muerto. Se consideraba que no saldría vivo del acoso del PP, crecido por las encuestas, ni de los grupos de izquierda, que le reprochan sus últimos y polémicos recortes sociales. También se hablaba del boicot que sufriría de los grupos parlamentarios con presencia y representación catalana por la reciente sentencia del Estatut. Ni unos ni otros han conseguido tal cosa. Zapatero sale con algún moretón, pero no herido. No más de lo que está. Y eso es un pequeño triunfo. Sin embargo, no ha habido una victoria de Rajoy, al que se la he visto diciendo lo mismo de siempre. Y poco constructivo, vaya. El 'váyase señor González' reeditado más de 10 años después. Nada nuevo.

Y sí: mientras, en Madrid, todavía huele a orina.