¿PSC? Llamémosle, simplemente, PSOE

Los 25 diputados del PSC en el Congreso votaron este martes lo mismo que el resto del grupo parlamentario socialista en las resoluciones del debate sobre el estado de la nación. Con ello rompieron la unidad aparentemente alcanzada el viernes en el pleno del Parlamento de Cataluña en defensa de un texto de reivindicación del Estatut tal como había sido ratificado en referéndum por el pueblo catalán.

Algunos incautos creyeron que los socialistas catalanes iban a defender esta posición hasta sus últimas consecuencias en Madrid. Incluida, claro, la ministra y diputada Carme Chacón. ¡Craso error! El problema es que para echar el freno de mano en la pendiente y después hacer marcha atrás se podrían haber ahorrado el espectáculo de la búsqueda de una fórmula bajo mínimos como la que aprobó el Parlament. Se transigió en el texto propuesto por Montilla porque era lo máximo que iba a aceptar el PSOE. ¡Ni eso!

Desde que en 1981 desapareció el grupo socialista catalán en el Congreso, con portavoces como Ernest Lluch y después Eduardo Martin Toval, la autonomía de los diputados catalanes dentro del grupo socialista español es nula. Nunca han votado distinto, ni estando en el gobierno ni tampoco en los años de oposición. Quien quiere hacer ver lo contrario, echando pecho para aparentar que ahora va en serio, miente. Y lo sabe. Lo que ocurre es que se acercan elecciones y las huestes de Montilla no quieren aparecer como los malos de la película, sumisos y sometidos a los dictados de la dirección de la calle Ferraz.

Montilla, primer secretario del PSC, si quiere hacer realidad esa independencia respecto al partido de Zapatero podría empezar por renunciar a formar parte del comité federal del PSOE. Si está, genera una servidumbre que debe asumir. Maragall aparentó distancias con el PSOE, pero con Montilla es la primera vez en la historia que un presidente de Cataluña se sienta en un órgano de dirección de un partido de ámbito español.