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El Día del Internet

El Día del Internet

viernes 18 de mayo de 2007, 00:01h

Todavía sentimos el vértigo de la llegada de este fenómeno tecnológico que ha transformado nuestras culturas, hábitos y muchas conductas que se habían mantenido sin cambios por siglos. Pese a que los más pesimistas pensaban que entrar en el juego significaba enchufarse al Pentágono, los más atrevidos desafiaron los controles para jugar con ellos a través de la burla y la irreverencia. Zapatistas, Senderistas y hasta Al Qaida, fueron las excepciones en la regla del orden cibernético.

Internet fue concebida por una visión apocalíptica del mundo en medio de una guerra ideológica protagonizada por bloques de países alineados a distintos paradigmas de vida y conocimiento. La fuerza del engendro militar fue más fuerte que sus mentores y en la metáfora de Frankeinstein, escapó de sus controles para ser lo que es hoy. No obstante, el sigilo militar fue rebasado, las voluntades empresariales se han encaramado en las ideas y buscan controlarla con los recursos más desleales.

Internet es el caos que busca el orden. Es la búsqueda de luz en medio de la oscuridad. Es la oscuridad que busca imponerse a la luz. Es el resumen de la contradicción dialéctica que busca el cambio en su movimiento. El orden (o un orden) siempre será la búsqueda de los poderosos, que jamás resignan sus privilegios pues son concientes de su debilidad. Internet ha rebasado la posibilidad analítica de lo neutro o lo inocuo, “es y no es”. Dramatizar o exaltar su existencia, es un esfuerzo harto inútil. Su contundencia existe al margen de cualquier deseo, sea éste sublime o, más bien, perverso.

Homenajes o celebraciones son ciertamente estúpidos cuando se habla de un fenómeno que ha dejado de ser bueno o malo en sí mismo. Mientras exista un avance tecnológico en medio de la creación de cultura, el absurdo y la contradicción acompañarán a los beneficios y perspectivas que hagan a la dimensión humana. Son muchas las manifestaciones de los gobiernos que aliados a los operadores corporativos, se asocian para establecer el “Día del Internet”. Sin comprender verdaderamente al fenómeno unen sus voces para santificar una idea comercial que hunda más a sus semejantes en los pantanos del consumo. 

No obstante, existen también las manifestaciones rebeldes que luchan por libertad de expresión, creación y acceso. Aquellos que saben que el mundo fue hecho en una creación cultural colectiva y que el conocimiento si no se hace social, acaba por carcomer al egoísta en su propio encierro. Se pueden hablar de héroes y villanos en la historia de  la red, difícil encuadrar o catalogar a unos y otros. Seguramente los héroes de unos son los villanos de los otros. Yo me inclino por reconocer la labor anónima, aquella que no necesita de una marca registrada o de un proceso legal para reconocer su “propiedad intelectual”. Esos personajes de una ficción cotidiana que no necesitamos saber cómo son o aparentan, sino que sabemos que existen pues se constituyen en los ángeles guardianes de una injusta relación en una “brecha digital” inducida. Para ellos el homenaje en un día en el que las celebraciones son menos que las decepciones, pero no menores que los desafíos. 

 

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