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Periodistas en peligro

jueves 12 de agosto de 2010, 05:49h

Ha hecho explosión el problema de las condiciones de riesgo en que trabajan muchos periodistas de México, en particular los de ciudades y regiones tomadas por el narco.

Celebro la salida al público de esta peligrosa condición del gremio y comparto su exigencia de garantías a las autoridades.

No porque piense que los periodistas deben ser protegidos especialmente o porque su seguridad sea más importante que la de los otros ciudadanos.

Entiendo los alegatos en ese sentido: la seguridad de los periodistas asegura un bien mayor que el de otros ciudadanos, el bien de la información.

Tiendo a compartir la posición del director de MILENIO, Carlos Marín, en el sentido de que los periodistas no deben reclamar fueros ni protecciones especiales.

Me parece, sin embargo, que la protesta pública por la inseguridad de los periodistas puede lograr algo que no se ha logrado en el entorno de inseguridad que vive el país.

Ese algo es encarecer para las autoridades el precio de cada víctima inocente, obligarlas a un esfuerzo especial para abatir, al menos en esos casos, el problema de fondo que es la impunidad.

La impunidad es anterior a la espiral de violencia que vive el país. Antes de esa espiral de violencia lo normal ya era que no se castigaran los delitos, sino en porcentajes tan mínimos como los de ahora. La diferencia es que ahora los delitos, en particular los homicidios, tienen una visibilidad y un impacto que no tenían antes.

Nuestras autoridades tienen que empezar a hacer lo que no han hecho por décadas: perseguir los delitos, investigarlos y resolverlos. Asumir lo evidente, a saber, que su primera tarea como autoridades es garantizar la seguridad de sus ciudadanos, la seguridad física, la seguridad jurídica, la seguridad patrimonial.

La exigencia pública, qué duda cabe, acelera la eficacia de las autoridades cuestionadas. Las pone a trabajar, concentra sus energías dispersas, las obliga a hacer en la emergencia lo que deberían hacer por rutina.

La visibilidad de la causa de los periodistas puede desatar un círculo virtuoso de combate a la impunidad en beneficio de todos los ciudadanos.

Para ello, los periodistas deben hacer su trabajo: encarecer el costo político de cada víctima, exigir que se aclare cada caso y cobrar sus pérdidas en la moneda privilegiada de los medios, que es la opinión pública.

Una autoridad obligada a aclarar los crímenes de periodistas quizá aprenda que puede y debe aclarar los otros.

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Opión extraída del Periódico Milenio 11/08/10

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