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¿A qué esperamos?

¿A qué esperamos?

lunes 16 de agosto de 2010, 11:19h
En mi niñez, en el Empordà (perdón, en el Ampurdan) de la postguerra, cantábamos el “Cara al sol” cada mañana y estudiábamos (es un decir) la Enciclopedia  Edelvives. Aparte de recibir una nula formación cultural se nos machacaba con  una constante formación del llamado espíritu nacional, nos  querían convencer de que éramos el espejo del desarrollo mundial y que España era el ombligo  del universo y la nación bendecida por dios, gracias al exterminio de los rojos y  sobretodo de los separatistas lo que aseguraba su unidad de destino (junto al hambre y las privaciones). Luego me enteré que ya en 1625 el Conde Duque de Olivares afirmó que “ahora que os hemos asimilado (a los catalanes, naturalmente)…..parece razonable que nos paguéis con impuestos”. Pero esta quedaba, para mí, muy lejos en la historia. Pero en 1934,  Manuel Azaña parece se refirió a  “la necesidad de bombardear Barcelona cada cincuenta años”. Y no acaban aquí mis recuerdos, en 1938 el General Queipo de Llano, de infeliz memoria,  aseguraba que “transformaremos Madrid en un vergel, Bilbao en una fábrica y Barcelona en un inmenso solar” (Hay que reconocer que, al paso que vamos, no andaba desacertado) Parece que en 1939,  un Gobernador Civil nos llamó “perros catalanes” (que no es ningún insulto porque los perros catalanes y los no catalanes en general me encantan) y en 1960 un director impuesto en un periódico catalán afirmó que “éramos una mierda” (me pregunto  qué hacia asistiendo con tanto espíritu cristiano  a la misa de doce en Santa Gema). Y  me llega al alma que un cacique, hoy deambulando despistado en la política nacional, dijera en 1968  que “Cataluña fue ocupada por Felipe IV….bombardeada por el General Espartero….y la ocupamos en 1939 y estamos dispuestos a coger de nuevo el fusil…..” (no sé si lo mantiene hoy en vísperas de pasar cuentas de su vida ante su dios,  aunque todo es posible). Y la historia no acaba. En 1984 el eximio Felipe González aseguró que “el verdadero peligro es el hecho diferencial catalán” (toma castaña) Mi última sorpresa se sitúa en  2001 cuando Su Majestad aseguró que “a nadie se le obligó nunca a hablar en castellano” (con todos mis respetos  a S.M.  le comunico que, por lo menos a mí y a muchos otros,  sí  que se nos obligó y que por otra parte aún hoy hay en Catalunya muchas maneras indirectas de obligarlo) Estas citas circulan, y muchas más, por internet para levantar la moral catalana y ya ninguna me sorprende, pero ¿qué puede hacer la ciudadanía catalana si sus políticos están a la espera,  no de  defender la voluntad nacional, reflejada en las encuestas, sino el poder, su poder. La palabra dimisión por ineptitud es tabú. Me pregunto: ¿qué esperan los políticos catalanes con su desunión? (lo que esperan los políticos españoles se sabe  sobradamente). ¿Por qué no reacciona el PSC? ¿Qué espera del futuro el Sr. Montilla? ¿Qué esperan del futuro los votantes del PSC? ¿Qué es en realidad el PSC?  ¿Por qué la Catalunya socialista no puede tener un partido independiente? (digo independiente o sea que no dependa de otros) ¿Por qué el PSC no es tan transparente como el PP que proclama claramente sus objetivos  sin engañar a nadie? Urge que en el preámbulo del programa de todo partido que se presente a las próximas elecciones en Catalunya se manifieste claramente si sus objetivos son los expuestos por  una mayoría catalana y sus deseos nacionales o no. Con nitidez, sin engaños, sin mentiras, sin opacidades, sin palabras de doble sentido, sin componendas, sin obsesión por el poder del partido sino por el bien de la nación, sin dependencia ni necesidad de consultas con partidos no catalanes, en una palabra, con “catalanidad”. Lo exige la ética y la decencia. Churchill dijo en su día: “lo que cuenta es el valor para continuar”. Que no nos falte.
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