La mezquita de la polémica, ahora en Nueva York

domingo 22 de agosto de 2010, 21:35h

Si tuviera que responder sobre qué pienso acerca de las religiones en pleno siglo XXI, sin evasivas diría que ofrezco respeto, respeto y más respeto. Las conciencias, creencias y dogmas que la gente libremente defiende en su parcela personal son absolutamente respetables, y todo Estado de derecho que se precie de serlo debe luchar porque cada ciudadano pueda desarrollar sin trabas su confesión religiosa.

Ahora bien, también soy un firme defensor del Estado laico. No quita eso que me sienta terriblemente desencantado con hechos como el sucedido este domingo en Nueva York, Estados Unidos, la patria defensora de la Libertad mundial. Resulta que la noticia de que Obama permitiría la construcción de una mezquita cerca de la llamada 'zona cero', donde tuvieron lugar los ataques con dos aviones en el 11-S, derribando las Torres gemelas, ha generado más polémica de la que parecía en un primer momento.

Por una parte, resulta que muchos norteamericanos han llegado a afirmar en encuestas recientes que su presidente, Barack Hussein Obama, es musulmán. Un 20%, nada más y nada menos. Y todo por un concepto elogiable de tolerancia con las confesiones religiosas de los ciudadanos de su país.

Por otra, los lamentables hechos de este domingo que antes adelantaba: cientos de personas se han manifestado en contra de la construcción de este centro musulmán con algunas pancartas que lo decían todo de sus portadores: "No a la construcción de un club social para terroristas". Es lamentable que aún en la considerada 'sociedad civilizada' haya sectores que consideren que todos los musulmanes son radicales islamistas que están a favor de la destrucción de Occidente.

Si vendemos la idea de que todo creyente musulmán es un futuro terrorista en potencia porque puede ser infectado por ideales extremos, regresamos a la época de la Inquisición, imponiendo la razón que creemos adecuada. El miedo nos hará menos libres, al revés que la verdad. La intolerancia camina, aún, a nuestro lado.

Pablo M. Beleña
Director Diariocrítico.com