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Wikileaks y el futuro del periodismo

martes 24 de agosto de 2010, 05:11h

Nadie puede acusar a los suecos de ser aburridos: los creadores del Estado de Bienestar y arquitectos de la neutralidad y el pacifismo en el siglo XX también nos dieron a los vikingos, la socialdemocracia moderna, a grandes cineastas como Ingmar Bergman, actores y actrices como Max von Sydow, Anita Ekberg o Ingrid Bergman y a escritores como August Strindberg o el recientemente fallecido Stieg Larsson, cuya trilogía del milenio apenas se compara en cuanto a intriga y pasión con la saga de su propia sucesión testamentaria.


Ahora, muy a tono con el estilo policiaco que caracterizó a Larsson, Suecia nos regaló una perla judicial que bien pudo (y tal vez aun podría) tener profundas consecuencias para la que es a mi juicio una de las más poderosas herramientas de lo que se ha dado en llamar el “nuevo periodismo” o “periodismo alternativo”: la orden de aprehensión emitida y luego revocada en contra de Julian Assange, acusado de violación y hostigamiento, y que bien pudo haberlo llevado a la cárcel y que todavía puede significarle una fuerte multa y o privación de la libertad.


Si el nombre de Julian Assange no le dice mucho, se trata del fundador y director de un sitio de internet que hasta hace poco era relativamente desconocido y que hoy es tal vez la principal causa de dolores de cabeza en la comunidad de inteligencia y el aparato militar de EU, a más de ser palabra prohibida en países tan disímbolos como China o Tailandia. Este sitio, que lleva el nombre de Wikileaks (www.wikileaks.org), fue fundado en 2006 y se ha logrado consolidar como la página para todos aquellos que desean dar a conocer o enterarse del contenido de materiales secretos o clasificados que por uno u otro motivo alguien ha decidido “filtrar”. Internacional en su concepción y conformación, Wikileaks hospeda los materiales que da a conocer en un servidor dedicado en Suecia, país que además de todos los méritos descritos anteriormente protege como casi ningún otro la secrecía de las fuentes de los periodistas. A diferencia de otros que obligan o quisieran obligar a los medios a revelar sus fuentes, Suecia exige por ley a los periodistas NO darlas a conocer.


Wikileaks (que no tiene nada que ver, pese a la similitud del nombre, con Wikipedia) alcanzó la fama y la notoriedad instantáneas cuando hizo públicos videos y documentos relacionados con las guerras en Irak y en Afganistán: en el primer caso imágenes de la muerte de periodistas de la agencia Reuters a manos de soldados estadounidenses (vistos ya por más de dos millones de personas en YouTube), y en el segundo más de 76 mil documentos secretos (conocidos hoy como el Diario de Guerra de Afganistán) “filtrados” por Bradley Manning, un soldado americano que es visto hoy por el Pentágono como traidor y por muchos alrededor del mundo como un héroe antibelicista.


Wikileaks se presenta como “un servicio público multijurisdiccional” dedicado a apoyar y proteger a los whistleblowers (denunciantes, soplones, informantes), así como a los periodistas y activistas que desean hacer públicos documentos delicados que por alguna razón no pueden transmitir abiertamente. Si bien el enfoque principal de Wikileaks es la esfera gubernamental, hay información de empresas que puede ser motivo de difusión, siempre y cuando sirva al interés público. En resumen, Wikileaks es una suerte de IFAI a la décima potencia, una herramienta que permite difundir y conocer información que bajos otras circunstancias permanecería resguardada, con el daño social que la secrecía gubernamental y/o empresarial suele conllevar. Al promover que las filtraciones lleguen al mayor número de personas posible, Wikileaks se vuelve a la vez activista, denunciante, cómplice, actor y medio de comunicación.


Para muchos, las filtraciones no son una manera seria de hacer periodismo, pero es innegable que gracias a sus métodos y a sus múltiples fuentes, así como a su don de la ubicuidad, Wikileaks ha dado a conocer cosas que a todos interesan, sin un obvio tinte partidista y dándole con frecuencia la vuelta a restricciones legales o políticas que impiden a veces a medios tradicionales informar de asuntos relevantes.


Yo no sé si se trata, como dice la respetada Foreign Policy, del “futuro del periodismo”, pero sí creo que hay aquí una nueva herramienta para el periodismo, para los ciudadanos, para la sociedad, que haríamos mal en ignorar.


[email protected] www.twitter.com/gabrielguerrac

Internacionalista

Opinión extraída del Periódico El Universal 23/08/10

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