Los cojones de la San Gil

Vaya por delante mi petición de disculpas, señora Presidenta del PP en el País vasco, pero usted los tiene cuadrados.

Hasta ahora la gente sabía  que María San Gil era una mujer con una enorme coherencia política, valiente, un poco cabezona, simpática, y  de una mirada muy limpia.

A partir de hoy, quienes la conocían menos, ya saben que es capaz de mirar a los ojos a un terrorista, sin tener necesidad de sentarse con él en una mesa para comprobar si bizquean o no.

Debe ser duro hacer lo que ha hecho en la Audiencia Nacional, pero hacia falta que, de una vez por todas, se atreviera a hacerlo alguien.

La valentía de la señora San Gil, no está solo en haber mirado a los ojos fijamente a Chapote -que seguro que lamenta no haber hecho un disparo de más el día que asesinó a Gregorio Ordóñez -.  Su valentía está en haber echado por tierra en un par de segundos, y con ese gesto de chula a chulo, los argumentos de Patxi López y compañía, que  cuando miran a los ojos a los terroristas lo hacen colegueando.

El propio Fiscal Gordillo decía hace unos días que las víctimas están y se sienten muy solas, pero con gestos como el de Maria San Gil en la Audiencia Nacional, más de uno se habrá reconciliado  con algunos políticos que no cambian en lo fundamental por mucha consigna política que reciban desde la dirección de sus partidos.

Lo bueno de ser coherente es que nunca tiene uno la necesidad de avergonzarse de sí mismo, y  eso le pasa a la Presidenta del PP en el País Vasco.

En cambio otros, que también tienen asesinados entre sus filas y que ya empiezan a no poder mirar a la cara a los familiares de esas víctimas, lo van a tener crudo el día que recuerden esta etapa en la que se decía que los asesinos eran hombres de paz