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Un deseo llamado tranvía

Un deseo llamado tranvía

lunes 22 de noviembre de 2010, 21:43h
Alicante, Bilbao, Barcelona, Vélez-Málaga, Santa Cruz de Tenerife, Madrid, Parla, Murcia, Sevilla y Vitoria son las ciudades que han introducido el tranvía en su red de transporte público después de que en 1994 Valencia iniciara la carrera de la catenaria urbana. En lista de espera se encuentran otros municipios que darán este mismo paso en los próximos meses.

No se entiende entonces la urgencia de algunos ayuntamientos hace años por hacer desaparecer este medio de transporte para implantarlo ahora con la misma precipitación.  En los sesenta todavía existía el literario tranvía a la Malvarrosa, y Valencia, una ciudad arrepentida, ha sido la primera en recuperar la puesta en marcha de este vehículo.

En Valladolid, León y Salamanca el tranvía es también objeto de deseo. En la capital de la comunidad este proyecto ha rondado siempre por las mentes políticas, incluso un concejal llegó a filtrar hace varios años  la posibilidad de instalar un tren elevado a través de la ribera del Pisuerga. En la última campaña electoral la candidatura socialista incluyó en su programa este antiguo sistema de desplazamiento. La oferta fue utilizada por el alcalde no solo para descalificarla sino para mofarse de la candidata mostrando en directo sus dotes de cantante a través de  la célebre canción de “Santa Marta tiene tren pero no tiene tranvía”. La copla dio la vuelta a las ondas y todo el mundo pudo comprobar que León de la Riva sabe cantar.

Pero antes de sentirnos desbordados por los mensajes electorales, la Cámara de Comercio de Valladolid ha solicitado públicamente la instalación de una línea de tranvía que una la ciudad y el aeropuerto de Villanubla, algo insólito en el panorama español. Hasta ahora habíamos disfrutado del buen funcionamiento de la línea de Renfe barcelonesa Sants-El Prat y  del metro madrileño hasta Barajas, pero desconocíamos la posibilidad de que un transporte público relativamente lento podría hacerse cargo de estas labores.

Un tranvía no es el medio de transporte más idóneo para desplazarse desde una ciudad, que no tiene una densidad de circulación agobiante, a un aeropuerto que está lejos de alcanzar un tráfico aéreo medianamente normal. No me imagino a los usuarios del avión, generalmente angustiados por las prisas, esperando con sus maletas bajo una marquesina del paseo Zorrilla para disfrutar con tranquilidad un trayecto en tranvía.

Si las administraciones desean derrochar el dinero pueden pensar en la posibilidad de implantarun metro ligero que inicie su recorrido en  la futura estación soterrada hasta Villanubla sin  salir a la superficie hasta abandonar el casco urbano. En cualquier caso, la ciudad tiene otras prioridades, entre ellas, posiblemente la última de todas, es promover una mayor actividad aérea del aeropuerto.
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