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El PC chileno relee a Lenin

El PC chileno relee a Lenin

miércoles 30 de mayo de 2007, 23:04h
Según parece, el Partido Comunista de Chile, impelido por una combinación de circunstancias objetivas y subjetivas -la porfiada realidad y sus tradiciones históricas- ha vuelto la mirada a los clásicos para elaborar su línea política, su estrategia y su táctica.

Diversos indicadores -entre ellos sus publicaciones- dan cuenta de una fuerte discusión ideológica, que busca tanto convencer a la militancia, y polemizar con algunos de sus "aliados", en ese caleidoscopio ideológico y político que se conoce como la izquierda no parlamentaria, que estuvo agrupada en el bloque "Juntos Podemos Más".

Es precisamente de esos "aliados" de donde provienen las más iracundas acusaciones de "amarillismo" y hasta de "traición a los principios revolucionarios" tras el objetivo viraje -necesario e inevitable, según muchos- que dio la dirección del Partido Comunista de Chile, a su política que hasta hace poco proclamaba la confrontación y el "rupturismo" como línea, y el socialismo como meta inmediata.

El PC es una fuerza política que en Chile ha representado desde  hace 95 años un importante sector popular -trabajadores, pobladores, campesinos, juventud estudiantil- y en sus filas militaron los mas importantes intelectuales del país, y se destacó tanto en la lucha sindical, como en la arena política parlamentaria hasta 1973, estando en el gobierno de Chile en varias oportunidades.

Sabido es que el PC fue un leal sostenedor de la legalidad bajo el gobierno de la Unidad Popular, dio un apoyo decidido al Presidente constitucional Salvador Allende, y un convencido partidario de abrir paso a salidas democráticas a la crisis política de los años 70 al 73, así como un tenaz opositor a la conspiración sediciosa y al golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.

También vivió la crisis derivada de la derrota y buscó responder a la violencia fascista de Pinochet con la violencia revolucionaria, bajo el argumento del derecho a la rebelión a la tiranía, consagrado incluso por el pensamiento tomista.

Sin embargo, en el complejo escenario de la lucha contra la dictadura la propuesta comunista -"la rebelión popular de masas" y, en su etapa superior, el derrocamiento armado de la dictadura, no fue viable y fue superada por una acción política electoral, de masas, que dio vida a la Concertación de Partidos por la Democracia.

Los comunistas hicieron en ese momento una lectura equivocada de la situación política objetiva y de sus capacidades subjetivas, por propia voluntad primero, y luego por la exclusión deliberada de la Concertación y la venganza pinochetista expresada en la Derecha. Quedaron desde entonces fuera de las fuerzas políticas que encabezaron la transición democrática en el país.

El objetivo de eliminar a los comunistas, primero por la masacre de sus dirigentes y cuadros, y luego por una institucionalidad injusta y antidemocrática, no pudo sin embargo hacerlos desaparecer de la escena política nacional.

A pesar de todo (sus mártires, sus caídos, la disolución del campo socialista, el fin de sus capacidades internacionales, el desmembramiento de sus militancia y el debilitamiento de su influencia) el PC lentamente ha ido recomponiéndose y hoy representa por lo menos un cinco por ciento de la expresión electoral chilena.

Hoy además ha recuperado protagonismo, ejerce influencia en los medios sindicales, en la juventud universitaria y en los estudiantes secundarios, en el ámbito intelectual y artístico, y es recibido oficialmente, no sólo en el Parlamento y en el Palacio de La Moneda, sino por el Ejército y hasta por sus enemigos de ayer, los partidos de la Derecha chilena.

El propósito, definido como estratégico por el PC, es -con el apoyo de la Presidenta Michelle Bachelet y de importantes sectores de la Concertación, y verbalmente por lo menos, de la derecha-  terminar con la exclusión política y reformar la legislación electoral, haciéndola más representativa y democrática.

En este cuadro, la relectura de Lenin aparece entonces como una necesidad y una revisión de su quehacer político, para entender la complejidad de los procesos. Valorar la democracia, los derechos humanos, los procesos de reforma política y social, no como instrumentales, si no como un objetivo.

Y entender que no hay proceso político popular con capacidad y perspectivas de triunfo, aunque sean parciales, que no descanse en la capacidad de influir en el ámbito político real, en encabezar las demandas del pueblo, de sus sectores progresistas, en aprovechar las tribunas que la institucionalidad entrega, entre ellas, por supuesto, el Parlamento.

Así, los comunistas estudian hoy ciertas conclusiones de Lenin como el ubicar "toda táctica y  estrategia revolucionaria (...) en una situación histórica concreta", tanto en lo nacional como en lo internacional; el llamado a tener en cuenta "la correlación de fuerzas entre las clases, dentro del país y también en el ámbito mundial".

En dos artículos publicados en el diario oficial del PC chileno, "El Siglo", un miembro de su Comisión Política reconoce, leyendo a Lenin, "la necesidad de los compromisos" a veces hasta con sectores de la clase burguesa", que pueden significar "en un momento determinado renunciar al conjunto de la demanda para sostener algunas que permitan producir una transformación".

La participación en el Parlamento es un objetivo, en el cual "los comunistas no deben escatimar energías ni tiempo", así como no pueden rechazar  "los acuerdos o compromisos" aduciendo los principios.

Todo ello, que hasta hace poco tiempo significaba, por lo menos, ser tildado de "reformista",  constata la discusión y el reencuentro con la tradición ideológica y política de esa colectividad.

Hoy se recuerdan por el articulista las ideas de Lenin contra el aventurerismo y los que menosprecian "el minucioso análisis de la situación para elaborar la táctica", superando en la práctica el "foquismo" aplicado a la arena política o el "blanquismo" con el que polemizaba el dirigente revolucionario ruso.

"No se puede olvidar que el cálculo sereno de la situación no se cambia sólo por el estado de ánimo o por la agitación de banderines rojos", dice el estratega revolucionario ruso desde la profundidad del tiempo, a un PC que reflexiona.

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Marcel Garcés
Periodista
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