Nacionalismos estúpidos

El catalán y el hebreo son probablemente los nacionalismos más estúpidos que ha generado la humanidad. Si no se les acosa, se dividen en reinos adversarios (Aragó-Mallorca-València; Israel-Judá). Aspiran a que los exterminadores de su nación los comprendan y los amen, en vez de contentarse con infundirles respeto. Sus dirigencias ceden territorio conquistado sin nada a cambio (Murcia, Gaza). Admiten que les impongan idiomas extranjeros, defendiéndolos luego a riesgo de ser asimilados. Permiten que gobiernos extraños les dicten normas. Acogen a los enemigos de su nación en los escaños de su Parlamento, mientras los otros hacen leyes ad hoc para excluirlos. Se esfuerzan por ayudar a sus enemigos con su productividad y su inteligencia, recibiendo a cambio el desprecio y el expolio económico, cuando no el ataque militar. Renuncian a imponer su idioma y costumbres fuera de su soberanía, respetan hasta el ridículo los principios democráticos y limitan su lucha a la supervivencia de su nación, olvidando que la mejor defensa es el ataque. A pesar de ello, sus enemigos colonialistas los acusan de nazis, totalitarios, genocidas e imperialistas y les declaran el boicot económico y político por ello. Son inteligentes, trabajadores, industriosos, pero carecen de intuición y habilidad política, porque rehúsan las reglas de la lucha por el poder, convirtiendo su historia en un permanente lamento de sometido. Así seguirán hasta que aprendan a comportarse como los demás.