En el curso del día ha llegado a nuestra redacción la penosa noticia del fallecimiento de ANTONIO GONZÁLEZ CONEJERO (q.e.p.d.), periodista y abogado, que ejerció la profesión periodística desde la Dirección de La Verdad de Murcia, en su última época de la Editorial Católica, y que posteriormente ha venido ejerciendo en el foro judicial murciano como Procurador de los Tribunales.
Los que conocimos a Antonio le admiramos por su autenticidad personal y gran profesionalidad, en lo personal era una persona seria, al tiempo que cordial, un caballero, amigo de sus amigos, respetuoso con todos y siempre dispuesto a atender a compañeros y amigos.
Hombre austero, profesional riguroso, padre de familia ejemplar, que hacía gala de sus firmes convicciones cristianas, y de su proximidad a la Asociación Española de Propagandístas, en la que tuvo en su fundador, el Cardenal Angel Herrera Oria, un modelo personal y profesional a seguir, y a fe que le sirvió de guía ejemplar.
Al frente del diario decano de la Región, proveniente de la Dirección de su homólogo de Badajoz, hizo una gran labor en momentos especialmente difíciles de arranque democrático en nuestro país, y en particular en nuestra Región, donde no dudó en mantener su independencia frente a los poderes políticos y económicos de la Región, en momentos en que comenzaron los primeros casos de corrupción de nuestra Autonomía, que ya han quedado en el olvido con el decurso del tiempo y el suceder de nuevos casos, incluso de mayor alcance. Demostrando así su profesionalidad, independencia de criterio, valía y servicio al deber de información veraz.
Por ello, Antonio no se acomodó a "los nuevos tiempos" de un periodismo político-empresarial, pues tras la venta del periódico a otro grupo de prensa, prefirió un digna y honrosa retirada; aunque se mantenía una cierta vinculación, entre un grupo de expertos.
Su interés por el entorno social no le era extraño, habiendo aceptado las peticiones de algunas amistades para participar en conferencias, charlas, y demás actos de tipo cultural y social, correspondiendo así a su inquietud humana y visión cristiana de la vida.
Por todo, este día cuando sus amigos hemos conocido la triste noticia de su súbito fallecimiento, hemos sentido que se nos "helaba el alma", y una profunda tristeza por el amigo y maestro que se va. Aunque compartiendo su fe, podemos aún albergar la esperanza de volvernos a encontrar en la eternidad. Entre tanto, conservaremos el grato recuerdo de su persona.
EL MIRAVETE
Si (
No(
