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¿De quién son los valores?

¿De quién son los valores?

domingo 27 de febrero de 2011, 09:40h
Durante mucho tiempo, todavía ahora, quienes simplifican todo hasta límites insospechados o interesados, dicen que los valores de libertad, igualdad, solidaridad, honradez y un largo, inmenso etcétera siguen siendo patrimonio exclusivo de la izquierda y que la derecha sólo apuesta por la riqueza, la explotación de los más débiles y el capital. Zapatero se lo explicaba así hace unos años a sus hijas. Y lo malo, porque indica que la cultura política de una buena parte de la sociedad sigue anclada en el siglo XIX, es que esa simplificación funciona, rinde beneficios y da votos. O eso creen los líderes de una izquierda que mantiene un disfraz estético, pero que ha perdido el norte y anda buscándose a sí misma, sin encontrarse. Lo vemos cada día en los mítines y en algunos discursos de esa izquierda antigua y sindicalista que todavía no ha hecho su renovación, que pelea internamente por el poder, no por las ideas. 

Las reivindicaciones de la izquierda han sido fundamentales para construir el Estado social  y  de Derecho y la sociedad democrática que disfrutamos todos. Pero el mundo ha cambiado radicalmente y ya nadie tiene la exclusiva de los valores sociales, ni la ideología, ninguna, garantiza la posesión de la verdad política. Cada día están más cerca, menos diferenciados., Sólo el sectarismo, que sigue tan presente entre nosotros, impide tener políticos que sean capaces de trabajar por los ciudadanos, por todos, y comprender que no sólo hay que modificar el mensaje sino que lo importante es buscar los nuevos valores y ser fieles a ellos.

No es e izquierdas o no debería serlo permitir y dar cancha a dictaduras que violan constantemente los derechos humanos; decir que tan es de izquierdas subir impuestos como bajarlos; no enfrentarse con claridad a la corrupción, salvo que sea en las filas adversarias; estar obsesionado por legislar, prohibir y organizar todo lo que debería ser libre e informada decisión de los ciudadanos; tener miedo a decir la verdad a los ciudadanos o engañarles negando la realidad; favorecer una educación del no esfuerzo, igualitaria por abajo y contraria a la búsqueda de la competitividad y la excelencia; Primar a los que viven del subsidio en lugar de promover oportunidades reales de empleo; favorecer, cuando no promover, una desactivación de las organizaciones sociales para que todo quede en manos de partidos o sindicatos dominados por pequeños aparatos que hacen y deshacen a su gusto.     

La izquierda, como la derecha, debe aprovechar la crisis para reflexionar y hacer balance de lo que sobra en sus ideologías-teatro y lo que deben ser los nuevos valores esenciales de una sociedad que no puede vivir en el hedonismo, el individualismo, la tolerancia con la corrupción o con las violaciones de los derechos humanos, dentro o fuera de casa.  O aprovechan la oportunidad o un día esa sociedad virtual que está cambiando el mundo en los países árabes, también se levantará aquí contra los políticos sin valores.

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