www.diariocritico.com

22 de mayo

viernes 18 de marzo de 2011, 09:34h
Permítanme hacerle un hueco a la impresionante catástrofe de Japón para referirme, siquiera unas líneas, al tsunami que se aproxima, desde el punto de vista electoral, en ese trozo de Iberia conocido como Euskadi. Con Sortu fuera de juego merced a una estrategia de tenaza política y jurídica, el panorama se avecina de difícil porvenir si la cordura decide ausentarse de las ejecutivas partidistas. Una radiografía breve y frágil nos deja a un PSE que, se quiera o no, dejará en el camino un puñado de votos consecuencia de la gestión del Gobierno central. Cuantificar abstenciones y trasvases será tarea que dejar a especialistas de la mercadotecnia, pero el oráculo se inclina por un castigo a los socialistas vascos alimentado por la poca capacidad de liderazgo que hasta la fecha ha demostrado Patxi López. Del Partido Popular habrá que fijarse en la capacidad de liderazgo de sus jóvenes valores y su voluntad, clara, manifiesta y demostrada por acabar con el nacionalismo a cualquier precio.  Su apoyo al PSE en pro de un gobierno estable sin nacionalistas lo podrá gestionar para sacar baza en aquella institución en la que los números hagan posible extender el pacto. Vitoria, Alava, Getxo, figuran entre sus piezas preferidas. Además, los populares pueden sacar rédito a su estrategia frente a la izquierda abertzale: sin perder un ápice de sus convicciones han limado asperezas de cara a la opinión pública. Su “joint-venture” con los socialistas en Euskadi le permite, de vez en cuando, y por aquello de la necesidad de diferenciarse, una palabrería que suena a reproche paternal cuando el elemento a criticar tiene que ver con la cosa terrorista. Me atrevo a decir que es ésta una buena ocasión para que el Partido Popular aumente su techo de voto y, de paso, atisbar conductas futuras donde lo que está en juego es el gobierno de España. En Euskadi, y desde Euskadi, la pregunta es: ¿quién tendrá en su mano la gobernabilidad de las diputaciones? Puestos a contestar, sin reclamar imperiosamente a Perogrullo su ayuda, habrá que decir que será aquel partido que obtenga más votos o defienda su candidatura aludiendo a la defensa de programas cuasi-comunes. Ni que decir tiene que tanto populares y socialistas se frotan las manos ante la más que posible unión de voluntades para dar otro golpe al nacionalismo. En este caso, golpe, recordemos, equivale a pérdida de poder. Pero (en política siempre hay un pero) no conviene olvidar que el nacionalismo concurre igual de dividido que antes, pero con la incertidumbre de si será el PNV o EA (y sus votos prestados allí donde no haya candidatura abertzale radical) quienes aglutinen a la necesaria mayoría ( con apoyo tal vez de Aralar) que requiere hacerse con los gobiernos forales. Si Eusko Alkartsuna (y sus votos prestados) quedan en el mismo pañuelo que los discípulos de Urkullu el futuro de Euskadi, a nivel provincial, se tornará complejo, confuso y escasamente capacitado para afrontar retos del futuro que nada sabe de patrias grandes o patrias chicas. EA y quienes prestarán su voto, tienen en común acabar con el PNV, al que tildan de españolista y burgués en cualquier escenario y con cualquier motivo. Aquí se librará la hegemonía del nacionalismo, o, al menos, un cierto modo de entender el legado de Sabino Arana. Al PNV no le quedará otra, ante este escenario, que modular un lenguaje que hoy en día suena desacompasado, según provenga el irrintzi  desde Vizcaya o desde Guipuzcoa. Urkullu versus Egibar. Que casi es lo mismo que decir Madrid versus Barça. Entre medio, y hasta que las urnas toquen a arrebato, habrá de todo: espionajes, escándalos, boicoteos, sentencias, absoluciones, condenas, desplantes, etc. El 22 de mayo en Euskadi habrá algo más que unas elecciones municipales y forales. Es una lástima que no estén todos los que tienen que estar, porque a este pedazo de tierra le urge que se clarifiquen las cosas; no sólo las inmediatas.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios