Días de vino y rosas para Zapatero

No deja de tener gracia que la prestigiosa revista francesa "Madame Figaró" haya proclamado a José Luis Rodríguez Zapatero como uno de los 20 hombres mejor vestidos del mundo por su toque "chic", por su "elegancia clásica" -lo que le sitúa en clara ventaja respecto a sus homólogos de la Unión Europea-, justo ahora que ha anunciado que no se presentará a la reelección en las próximas elecciones generales del 2012.    Un reconocimiento que le permite compartir cartel con personajes de la talla de un Obama, así como con el heredero de la Fiat, Lapo Elkan, con Francois Pinault, dueño de marcas tan prestigiosas como Yves Saint Lauren, o con el actor Colin Firth. Me consta que el galardón ha puesto de los nervios a algunos ilustres compañeros de fatigas, que ya le creían finiquitado por los siglos de los siglos amén, cuando lo cierto es que desde que anunció su retirada a ZP le llueven los homenajes públicos de un electorado que pese a que se sienten decepcionados por las durísimas medidas que se vio obligado a tomar para solventar una crisis que nos consume, no quieren que se marche por la puerta de atrás, como le ocurrió a Adolfo Suárez, e incluso al propio Aznar.    Resulta evidente que Zapatero tuvo una primera legislatura buena, en contraposición con la segunda que comenzó casi en paralelo con la crisis económica que tardó en reconocer y aceptar. Venía de dos años seguidos de superávit y tras ellos llegó la época de las vacas flacas y eso no es fácil de perdonar. Cuando te obligan a dar marcha atrás en tus políticas sociales, a bajar sueldos y elevar impuestos al mismo tiempo, no sales bien parado y así ha sucedido con Rodríguez Zapatero que si ha dominado con mano de hierro el partido y lo ha mantenido más cohesionado que nunca, sin embargo tardó mucho en concentrarse en tomar medidas contra la crisis económica que ha golpeado el mundo y especialmente a países como España. La realidad es que nos hemos plantado en prácticamente cinco millones de parados, una actividad económica deteriorada gravemente por habernos dedicado antes febrilmente a la construcción y hoy sufrimos intermitentemente los embates de los mercados, ávidos de sangre y que hallan en los países débiles la carnaza que necesitan.    Como sostiene un amigo mío, en el haber de José Luis Rodríguez Zapatero hay que anotar la aprobación de leyes que pocos otros hubieran llevado al Parlamento, el haber reconocido sus errores, el haber tomado medidas obligatorias durísimas, y como él mismo suele decir, cuando se ha dado cuenta de que ha perdido el favor de las bases que le auparon a la presidencia del Gobierno, ha decidido ceder el paso a otro candidato que dilucidarán los propios militantes mediante primarias si hay más de un candidato.    Por ello, ese premio de elegancia que le ha otorgado la revista francesa viene a poner en su punto a un personaje que se irá como llegó, sin hacer demasiado ruido, sin jactancias, cercano a los ciudadanos aunque en esta España ruidosa en la que vivimos haya que aceptar que Zapatero no podría ir a un restaurante sin ser vituperado. Pero elegante, aceptemos que lo es y que este reconocimiento del extranjero viene a corroborar aquello de que nadie es profeta en su tierra.