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Perdiendo el tiempo

Perdiendo el tiempo

martes 10 de mayo de 2011, 00:08h
Le aconsejo a usted que no preste mucha atención a este artículo porque tiene poco interés. Posiblemente pierda el tiempo si sigue y, en consecuencia, quizás debería pinchar con el ratón la flecha que tiene en la esquina superior izquierda, examinar los titulares de otros textos que figuran en este periódico digital, y centrarse en ellos porque aquí no va a encontrar nada de actualidad y menos aún de análisis políticos o reflexiones sobre el terrorismo de Al Qaeda, la campaña electoral o la crisis. ¿Por qué? Pues es muy sencillo. Porque ya lo han hecho otros profesionales en este y otros periódicos. De Bin Laden lo han dicho casi todo; de las revueltas árabes, lo mismo; de Zapatero y Rajoy, también; de Bildu, ídem de ídem; del fallido debate entre Herrera y López, exactamente igual, hay incluso tesis doctorales en marcha; y así sucesivamente… No hay nada que analizar ni a nivel internacional, ni nacional ni regional, porque otros se han anticipado y está todo tan analizado que solo queda sacar punta a detalles de artículos intrascendentes. Uno de esos textos figuraba hace 2 semanas en el suplemento cultural de ABC y desgranaba, en forma de crítica musical, el más reciente disco de Emmylou Harris que, titulado “Hard Bargain”, apareció el 26 de abril. Es un volumen intimista cuyo contenido tiene todas las trazas de ser un capricho personal puesto que incluye pequeños tributos particulares a amigos desaparecidos como, por ejemplo, Gram Parsons, innovador del country rock; Kate McGarrigle, intérprete y folclorista; y Bonaparte, el lanudo perro negro que la acompañó casi 11 años. Ahí, en ese disco, la pieza “Big black dog” conduce inevitablemente a un personaje saltarín de ojos vivarachos y cara simpática que en la web de la cantante de Alabama posa sonriente a su lado, sabedor de su importancia. No es frecuente un caso así, y de hecho hay pocas canciones sobre perros en la historia de la música, pero tampoco parece delictivo que la dueña de un ser peludo haya dedicado parte de su tiempo a fotografiarse primero y a entretenerse después tejiendo una melodía y una historia con una guitarra. Quien tenga o haya tenido perros lo entenderá porque… ¿Acaso entre sus fotos preferidas no figura algún ser de cuatro patas, de mediano tamaño, y un tanto zalamero o sinvergüenza según las circunstancias ? Pues eso es lo que ha hecho la dueña de Bonaparte con la única salvedad de que, al aprovechar la proyección que le brinda su trabajo, ha dejado entrever que existen  otras realidades cotidianas menos conocidas pero merecedoras de atención, como saben de sobra las dueñas de otros perros y algunos lectores. De hecho, solo con las fotos de Bonaparte, las ratas y los trofeos de Lee, las galletas “maría” de Tofe, los chorizos de Filispín, las escapadas de Musgo, las golosinas de Barry, las carreras de Bruno, los adioses de Musgo, los saludos de Kala o las preocupaciones de Rudolf, pueden construirse historias muy ilustrativas sobre la realidad actual. Antonio Álamo. Periodista.
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