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Malos tiempos para la revolución árabe

Malos tiempos para la revolución árabe

martes 10 de mayo de 2011, 20:38h
El próximo día 14 de mayo sexagésimo segundo aniversario de la creación del Estado de Israel, una docena de partidos políticos y grupos propalestinos egipcios, árabes e internacionales, se proponen organizar una marcha multitudinaria de solidaridad con Gaza. La intención es romper por tierra el bloqueo israelí de ese territorio palestino ocupado. Los organizadores, los proislamistas Frente Nacional para la Justicia y la Democracia, y la organización juvenil del partido Justicia y la Libertad, y otros movimientos civiles como Kefaya, el partido Nasserista, el Movimiento 6 de abril, y los jóvenes de las Universidades de El Cairo y de Heluán, afirman que pueden concentrar en las fronteras de Gaza para intentar entrar en el territorio, a un millón de personas. Por si el mundo árabe tenía pocos problemas en estos meses de revueltas, he ahí una iniciativa que ya ha puesto nerviosos a los israelíes, que puede resultar en pérdida de vidas humanas, y que en teoría constituye una interferencia en el reciente y difícil acuerdo logrado entre las dos organizaciones palestinas rivales, Fatah y Hamas. Aunque la cifra de un millón de personas parece irrealista, de momento los organizadores han dispuesto camiones que llevarán a los participantes en la marcha desde El Cairo, donde se concentrarán todos los que acudan de las ciudades del Norte de Egipto, hacia Suez, donde se les unirán los concentrados en esa ciudad portuaria egipcia para seguir a Gaza. La iniciativa recuerda la de la flotilla de unos doce barcos que a finales de mayo de 2010 quiso romper el bloqueo israelí y llevar ayuda humanitaria a los palestinos de Gaza. El 30 de mayo aquella flotilla fue interceptada en aguas internacionales por la Marina israelí e invitada a dirigirse al puerto de Ashdod. El buque Mavi Marmara, comprado y fletado por una Fundación de Ayuda Humanitaria islámica turca, que se resistió a la orden, fue abordado por soldados israelíes.  Nueve personas resultaron muertas y once heridas en un suceso que introdujo una polémica importante en las relaciones turco-israelíes. Para acabar de empeorar el panorama para  finales de junio se prepara una segunda flotilla de ayuda humanitaria que ha sido pospuesta hasta esa fecha por los organizadores para no interferir con las elecciones legislativas que deben tener lugar en Turquía el 12 de junio. La movilización egipcia, y la posterior Flotilla turca II, devuelve el conflicto árabe-israelí, relativamente olvidado con las revueltas por reformas y democracia estalladas desde primeros de año, a la primera línea de actualidad. Es asimismo sintomática de la reorientación de las relaciones exteriores de Egipto después de la salida de Mubarak, y del auge que han cobrado con ellas casi todos los movimientos islamistas del mundo árabe. Con independencia de la legitima solidaridad con los pueblos afectados por la insolución de los dos grandes conflictos , el árabe israelí y el del Sahara occidental, estas movilizaciones, pueden afectar negativamente al futuro inmediato tanto del conflicto palestino-israelí como de las reformas árabes. Ahora que las dos organizaciones Fatah y Hamas tienen por delante la difícil tarea de crear un gobierno tecnocrático unitario,  convocar nuevas elecciones, y elaborar una estrategia común tanto para la creación unilateral de un estado palestino a presentar a la Asamblea General de la ONU de septiembre, como por el contrario para reanudar las conversaciones de paz con Israel. De momento Israel tomó represalias por el acuerdo y suspendió la transferencia a la Autoridad Nacional Palestina de los 80 o 90 millones de Euros que mensualmente le transfiere por los impuestos que la cobra en nombre de la ANP por los intercambios comerciales de los territorios palestinos tanto con Israel como con el mundo exterior. Ese dinero es el que permite a la ANP pagar los salarios de sus funcionarios y servicios y la decisión israelí puede paralizar el funcionamiento del gobierno palestino.La Unión Europea, como en ocasiones anteriores, ha destinado un fondo de urgencia para evitar el colapso de la ANP. Mientras tanto, en la primavera árabe aparecen importantes nubarrones. Algunos intelectuales y medios marroquíes creen que el atentado de Marrakech de abril último puede favorecer de nuevo la priorización de la seguridad y retrasar las reformas prometidas por el rey. Según algunas fuentes, el rey de España, en su reciente visita a Mohamed VI, ha insistido en que no demore las los cambios prometidos. En Túnez,  algunos piensan que si en las próximas elecciones de 24 de julio para formar una asamblea constituyente ganan los islamistas, podría ocurrir un golpe de estado. Otros creen que las elecciones pueden ser pospuestas en parte porque los partidos políticos, todos de nueva creación, creen que el 24 de Julio es un plazo muy breve para organizarse y prepararlas. En Jordania la marea reformista es menos visible pero igualmente profunda y delicada. El islamismo jordano, como los demás, viste ahora de corbata y traje occidental y afirma que no pide la caída de la monarquía, pero no deja de ser una fuerza importante del futuro si no la primera. En Egipto la escena política se ha complicado considerablemente por el resurgimiento de las dificultades de cohabitación del Islam con otras creencias como en este caso la cristiana copta, de la reorientación de su política exterior y sus nuevas alianzas, y por el espectro de un triunfo islamista en los próximos comicios. Los clérigos de Al Azhar se manifestaron hace unos días en el Cairo para pedir la independencia de esa institución, lo que significaría que el Gran Mufti y los predicadores dejarían de ser nombrados por el gobierno; para que el Consejo de la Shura, el que emite las fatwas o disposiciones morales que tanto han afectado en el pasado a la convivencia egipcia, vuelva a ser independiente del gobierno; y para que el ministerio de los Habus o bienes de mano muerta que van a al patrimonio religioso y cultural, dependa de Al Azhar, lo cual le conferiría a esa institución un extraordinario poder económico. Mientras tanto el régimen sirio parece ahora confiado en que puede derrotar a los manifestantes y al mismo tiempo de que puede manejar razonablemente bien las sanciones que le han impuesto la Unión Europea y Estados Unidos. La situación en Libia es cada vez más una guerra de la OTAN contra Gaddafi y al parecer estamos en la misma tesitura que al inicio de la Zona de Exclusión Aérea: no es posible derrotar a Gaddafi sin una intervención terrestre en toda la regla. Los países del Golfo son otra historia, pero no está de más recordar que Arabia Saudita ha indicado que no tolerará manifestaciones.
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