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La denuncia y el daño

La denuncia y el daño

lunes 16 de mayo de 2011, 22:30h
Como saben, el director gerente del Foro Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, ha sido acusado por una camarera de un hotel de Nueva York de agresión sexual, y permanece detenido en Estados Unidos. La acusación contra Strauss-Kahn, que iba a liderar como cabeza de cartel socialista el intento de sucesión de Sarkozy en el Elíseo el próximo año, puede ser verdadera o puede ser falsa. De momento, los franceses  -y en especial la clase política gala-  ya se han posicionado, entre el reproche y la incredulidad. No es la primera vez que Strauss-Kahn recibe este tipo de acusaciones pero, al menos hasta ahora, jamás se probó su culpabilidad, y en esta ocasión también tiene el derecho a la presunción de inocencia, a la espera de lo que dictaminen los jueces neoyorkinos. Y, tras la sentencia, no caben medias tintas, porque no se puede ser héroe y villano al mismo tiempo. Si Strauss-Kahn, que sucedió al español Rodrigo Rato al frente del Fondo Monetario Internacional, es declarado culpable, caerá el peso de la ley sobre él, cumplirá la condena, y que se olvide de cualquier aspiración política. Pero si, por el contrario, es declarado inocente, y se demuestra que las acusaciones eran una trampa y una vileza contra su ascendente carrera, las cosas jamás volverán a ser como eran, las aguas no volverán a su cauce, porque una buena parte del daño a su imagen ya está hecho, y es irreversible por mucho que aparezcan las disculpas, las aclaraciones y los desmentidos. En España, cuando un famoso es detenido tras alguna denuncia, y llevado ante el juez, a veces esposado y con el rostro tapado con una chaqueta o con un casco de motorista, se dice que la primera condena, que es la “pena de telediario”, ya la está sufriendo antes de sentarse en la sala judicial. Y algo de esto le está pasando a Dominique Srtauss-Khan, de cuya inocencia o de cuya culpabilidad aún nada sabemos. Insistimos: si es un acosador o un violento sexual, que caiga el peso de la ley sobre él. Pero si la denunciante mintió o actuó de mala fe o fue manejada para erosionar la figura de un líder político, nunca  -insistimos-  las aguas volverán a su cauce, porque la duda o la insinuación o la sospecha ya están sembradas. Y eso no sólo puede ocurrir con el señor Strauss-Kahn sino con cualquier otra persona, y en especial si es relevante o popular o millonaria o aspira a la presidencia de su país. Si delinquió, que sea condenado, pero si no lo hizo ¿quién le devuelve su derecho a la dignidad atropellada? Luis del Olmo. Periodista.
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