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DSK: mucho sexo y poco seso

DSK: mucho sexo y poco seso

martes 17 de mayo de 2011, 12:46h
Lo grave del caso Dominique Strauss-Kahn (DSK), director del FMI, y una camarera negra de un hotel de lujo de Nueva York no es el escándalo escabrosos ni las posibles conjuras tenebrosas de rivales políticos (de Sarkozy o de la dirigente socialista Martine Aubry) o sexo-chantajistas, sino que uno de los pilares de la economía mundial -el Fondo Monetario Internacional (FMI)- estuviera en manos de un señor con una conducta de atrasado mental. Porque, ya calmadas las aguas, las informaciones que llegan desde Nueva York no ponen tanto en cuestión los desmanes sexuales de DSK, sino su sano juicio. Y es que al director del FMI lo localizó la policía neoyorquina a las cuatro horas de la denuncia de la camarera y cuando él estaba ya embarcando, gracias a que el estadista francés que regía la finanzas mundiales -al alimón con los países más ricos de la Tierra- y pretendía dirigir también las de Francia, si se hacía en el 2012 con la presidencia, llamó desde el aeropuerto al hotel reclamando que le llevasen al aeropuerto el teléfono móvil que se había olvidado en la suite -de 3.000 € la noche- que había ocupado desde el viernes pasado. Una imprudencia así no se le ocurre ni a un ratero tercermundista como no se le ocurriría a nadie que gana 30.000 € mensuales satisfacer sus impulsos sexuales a la brava y con una negrita treintañera que no puede competir ni de lejos con la "carrocería" de las rameras de lujo que atienden a ricos y famosos libidinosos. Y entonces, ¿por qué lo hizo DSK?. No es de creer que sus 62 años, este banquero rico por su casa y millonario por la dote de su actual -y 3ª- esposa, padezca Alzheimer o esclerosis cerebral. Lo más probable es que a fuerza de rizar el rizo en política y desahogos sexuales hubiera perdido ese mínimo de prudencia que tienen los que se ganan la vida currando. Porque todo en el currículo DSK es un constante desafío a 'lo habitual'. Así, este judío mitad ashkenasi, mitad sefardí, que nace en Suilly sur Seine -barrio de la alta burguesía parisiense- , y pasa la infancia y parte de la juventud en Agadir y Mónaco, tiene la mayor parte de sus amigos en la banca y bolsa gala, pero sus bases políticas en el partido socialista francés. Allá su fuerza es tal que se enfrenta a Segolene Royal por la candidatura socialista de las presidenciales anteriores. Sucumbe de forma desastrosa, sin que ello le merme en nada un crédito político muy a la derecha del ideario del partido. Jospin le nombra ministro de Finanzas -1979 / 1999- y consigue imponer en Francia la semana laboral de 35 horas. Dimite por un presunto caso de prevaricación del que es absuelto demasiado tarde para aspirar nuevamente a la presidencia, pero su fuerza en el partido es tal que en las actuales primarias del partido pacta con el otro 'gran candidato' -la Aubry- un pacto de no agresión. Es un pacto por el que gane quien gane de los dos la presidencia (si la gana) el año próximo, incluirá al otro en el Gabinete. Naturalmente, ahora con la carrera financiera y política de DSK, el pacto es ya irrelevante. Parejamente inusual es el currículo sexual de DSK. Se casa tres veces -económicamente, cada vez mejor-, tiene aventuras a montón y cada vez más escandalosas. Estas van desde un conato de violación sin consecuencias porque la demandante retira la denuncia "en aras del bien del partido socialista", hasta un abuso de poder al liarse hace tres años con una economista magyar del FMI -Piroshka Nagy- sin mayores consecuencias que el traslado de esta desde Nueva York a Europa. Todo en la vida de DSK sucede tan al margen de la normalidad y todo es tan reiterativo que quizá sea esta la explicación de que un hombre inteligente y experimentado "sexualice" como descerebrado en celo.
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