Inocente

En 1898, el periodista y escritor Emilio Zolá les exigió a los jueces franceses que declararan inocente al coronel Richard Dreyfuss, acusado falsamente de traición a la patria. Dreyfuss fue liberado. Entre 1920 y 1927, un sector de la prensa le reclamó a los jueces norteamericanos la liberación de los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, acusados injustamente de asalto a mano armada. Los dos fueron ejecutados. Desde 1948 hasta 1960, la prensa mundial exigió la libertad de Caryl Chessman, un delincuente común al que se acusó de violación. Chessman murió en la cámara de gas. La polémica sobre su inocencia o culpabilidad continúa. Entre 1950 y 1953, muchos periodistas defendieron a Ethel y Julius Rosenberg, una pareja de comunistas acusados de espionaje. Ambos murieron en la silla eléctrica. Hace poco se concluyó que lo más probable es que Julius sí haya sido culpable pero su esposa no. En el 2011, al presidente Rafael Correa le disgusta que la prensa exija que se declare inocente al coronel Rolando Tapia. No tiene nada de sorprendente; esta no es una polémica nueva. Pero eso no cambia la realidad: Rolando Tapia y sus compañeros son inocentes, y así deben reconocerlo los jueces.