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'... yo bajaré tranquilo al sepulcro'

"... yo bajaré tranquilo al sepulcro"

martes 12 de julio de 2011, 19:24h
Se pretende venderle a los venezolanos una figura del Padre de la Patria teñida de marxismo El 5 de julio se cumplió el bicentenario de la independencia de Venezuela. Dentro de pocos días celebraremos el onomástico del Padre de la Patria. Como es de esperar, estas son fechas en las cuales se honra su memoria. Bolívar, sin embargo, no ha podido descansar en paz. Su tumba ha sido perturbada, su palabra ha sido tergiversada y se ha abusado de su memoria al extremo de atribuirle ideologías y pensamientos que en vida le hubieran resultado chocantes. Todavía en vida se preocupaba grandemente por el uso indebido que se hacía de su nombre. Al respecto resulta interesante revisar algunos párrafos de una carta que desde Popayán le escribe, en 1928, a Antonio Leocadio Guzmán: "Si algunas personas interpretan siniestramente mi modo de pensar, me es bien sensible pero inevitable; con mi nombre se quiere hacer el bien y el mal y muchos lo involucran como el texto de sus disparates". Pero si eso le ocurrió en vida, nunca se pudo imaginar El Libertador las barbaridades que hoy se le quieren achacar. Ciertamente el Padre de la Patria tuvo una larga carrera política y a lo largo de tantas décadas de vida pública escribió infinidad de cartas, manifiestos proclamas y expresó tantas y tan variadas ideas, que resulta fácil extraer alguna expresión aislada que sirva para atribuirle, a los ojos del lector poco conocedor o mal intencionado, un supuesto apoyo a alguna intención que en nada coincide con su general manera de pensar. Bolívar luchó siempre por la unidad de su patria y por la eliminación de las diferencias entre los ciudadanos. Él aspiraba a lograr un crisol de razas. Hoy se pretende venderle como un adalid de la "lucha de clases", término que en aquella época no existía, pero que sin embargo ya se manifestaba bajo otro concepto que se definía como "lucha de colores". Procurando como antes se dijo la unidad de todos, Bolívar aborreció ese tipo de conflictos, pues comprendió que sembrarían un daño colectivo en la sociedad que terminaría a por destruirla. Entre los más cercanos colaboradores de El Libertador estaba el general Manuel Piar, quien creyó ver en la lucha de clases -entonces lucha de colores- una oportunidad en beneficio de la causa emancipadora, tal como Boves lo había hecho poner a los llaneros del lado de la causa realista. El 5 de agosto de 1817, desde el Cuartel General de Guayana, Bolívar emite una proclama en la que acusaba a Piar de "proclamar los principios odiosos de la guerra de colores para destruir la igualdad... ". Se trataba de un tema que Bolívar aborrecía -como ya se dijo- y que finalmente lo llevó a someter a Piar a un Consejo de Guerra, que terminó por condenarlo al fusilamiento, aunque El Libertador se negó a degradarlo como exigía su condena. Hoy en día se pretende venderle a los venezolanos una figura del Padre de la Patria teñida de marxismo. Nada más ajeno a la realidad, se hubiera revolcado en su tumba. En realidad Marx fue muy posterior a Bolívar y, como si fuera poco fue el más duro crítico que nunca ha tenido El Libertador, contra quien lanzó las más aberrantes acusaciones, tildándolo entre otras cosas de "deshonesto, bribón, cobarde, Napoleón de las retiradas" y otros tantos epítetos que ofenden a cualquier venezolano. Se puede ser bolivariano o se puede ser marxista. Lo que no se puede es ser a la vez bolivariano y marxista. Quien así lo pretenda estaría dando muestras de una ignorancia que supera la venezolanidad. En todo caso, valgan las fiestas patrias que estamos celebrando para poner la figura de nuestro Libertador en el alto sitial que la historia le ha reservado. Dejemos que en su tumba descanse en paz y no permitamos que después de muerto se pretendan utilizar sus restos para encabezar una lucha que le era ajena. No invoquemos su espíritu en nombre de falsas causas. No permitamos que esos sagrados restos se mezclen con rituales que no son dignos de su grandeza y, sobre todo, atengámonos a sus deseos antes de morir, expresados en la hacienda de San Pedro de Alejandrino -en Santa Marta- el 10 de diciembre de 1830, cuando en su última proclama nos llama a todos a la unión. Esa proclama comienza y termina con las siguientes frases: "Habéis presenciado mis esfuerzos para plantar la libertad donde antes reinaba la tiranía... si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro". [email protected] @josetorohardy
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