www.diariocritico.com
Camps, la ley del silencio y la anomia social

Camps, la ley del silencio y la anomia social

lunes 18 de julio de 2011, 19:38h
Hay sociólogos que opinan, con una buena dosis de razón, que la sociedad española vive un preocupante proceso de anomia. Es lo que en Sociología se conoce como una incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad; sólo que ahora el proceso se ha generalizado de tal forma que es el propio cuerpo social en su conjunto, y no sólo algunos de sus miembros, los que se ven envueltos en una situación aparentemente 'sin normas'. Hay una impresión generalizada de que en la política española predomina el 'todo vale', que estamos en una especie de neodespotismo no ilustrado donde el cuerpo social sólo sirve para cada cuatro años, y además, cada vez cuenta menos. Para muchos, nuestro presunto Estado de Derecho ha desembocado necesariamente en una especie de sinarquía dentro de una partitocracia. De ser así -que todo parece indicar que lo es-, bajo esa denominación tendría pleno sentido el sentimiento de anomia del que hablan algunos sociólogos de la izquierda, y tendría igualmente sentido que toda una sociedad se rebele bajo el grito de 'indignado'. Hay políticos que creen que aquí no hay que dar explicaciones, que basta con pasar por las urnas para que unos resultados favorables -no obstante la alta abstención- te legitimen y te laven de todos los pecados como con agua bendita. Nada más lejos de la verdad, y ésa y otras lejanías de la razón es lo que provoca movimientos como el de los indignados del 15-M. Nuestra democracia está gravemente herida, por no decir psicológicamente desequilibrada, y ese desequilibrio se agudiza con actuaciones como la del presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps. Es justo reconocer que si todo lo que tienen los tribunales de justicia contra Camps es que le han regalado tres tristes trajes, lo que se conoce como cohecho impropio, pobre, muy pobre es la causa que se ha abierto contra él como ejemplarizante de la lucha contra el mangoneo desde la política. Puede que a Camps le hayan regalado los trajes, y puede que eso sea punible, aunque sólo lo fuera moralmente; pero entonces el cohecho impropio podría barrer del mapa a casi todos nuestros políticos: todos, o en su mayoría, han recibido regalos de estómagos agradecidos, ¿y cuántos los han devuelto? Negarlo sería realizar un ejercicio de increíble cinismo. En todo caso, lo cierto es que Camps ha sido procesado y la pregunta surge inmediatamente: ¿debe dimitir el presidente de la Generalitat Valenciana? ¿Se debe empezar por Camps un aviso, o el inicio de una razzia contra los presuntamente corrompidos? Nos quedaríamos, en ese caso, sin clase política. A lo mejor, ganábamos con ello. Pero lo peor de todo en este confuso caso desviado de la Gürtel es el silencio cómplice de Mariano Rajoy. Al PP le puede parecer bien o mal el procesamiento, pero debe decirlo. Los asesores de Rajoy le han recomendado que calle, que no dé balas al enemigo. Pero se las está dando a la indignación, porque los silencios siempre son cómplices, y si esto es todo lo que Rajoy ofrece como regeneración política frente a la era del 'zapaterato' que tanto critica tendremos indignados para rato. O quizá algo peor.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios