www.diariocritico.com
Generalísimas

Generalísimas

lunes 19 de septiembre de 2011, 18:10h
Cuando el presidente Rodríguez Zapatero decidió fijar la fecha del 20 de noviembre para las próximas elecciones generales, los aficionados al humor negro las apodaron de “generalísimas”. No están los tiempos para bromas funerarias, pero existen sobrados motivos para pensar que, al margen de aniversarios, estas elecciones deberían de ser algo más que otras elecciones generales: unas elecciones generalísimas que justifican el superlativo por la necesidad de un cambio de fondo en el panorama político. Sería un error pensar que, esta vez, basta con cambiar un equipo fracasado por une quipo que se supone más competente en materia económica. El fracaso del zapaterismo no es solo fruto de una mala coyuntura internacional agravada por las improvisaciones y despilfarros interiores. No todo es economía ni solo economía. Una crisis con deterioro de principios básicos, como la unidad nacional, la separación de poderes, las relaciones exteriores y la práctica desaparición de acuerdos de Estado no se va a arreglar solamente con una gestión más correcta de la hacienda pública. Los deberes que esperan a quienes se conviertan en depositarios del poder ejecutivo, como consecuencia del próximo 20 de noviembre, son tremendos porque no será suficiente hacer las cosas algo mejor –lo que no parece difícil- que sus antecesores. El Estado español ha sufrido en los últimos años un deterioro de crédito y de confianza dentro y fuera. Un estilo político oportunista se ha puesto al servicio exclusivo de campañas electorales de ocasión sin plantearse actualizaciones constitucionales, reformas de la Justicia, coordinación de las administraciones territoriales y revisión es en el sistema electoral. Los españoles no podemos dilapidar el esfuerzo constructivo de sucesivas generaciones, que desde la autodesintegración del Estado protagonizada en la II República hasta la trayectoria preconstitucional que abrió paso al espíritu de reconciliación nacional, hizo posible una nueva imagen de España, emprendedora, creciente y dinámica. Las ideas anticuadas de un socialismo desfasado y la cómoda rutina de repetir las ceremonias de reparto del poder, nos han llevado hasta el extremo de hacer de la política una destructiva partida de ajedrez entre dos colores invariables. Por ello, si se produce, y hay que confiar en el instinto popular, un vuelco capaz de convertir en generalísimas unas elecciones generales, habrá que exigir a los beneficiarios que estén a la altura de las circunstancias. No puede España, en estos tiempos, permitirse un zapaterismo de derechas que sustituya al zapaterismo de izquierdas. Una época de sacrificio y regeneración es inevitable y solo podrá soportarse si viene acompañada de unos objetivos claros y valientes de renovación.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios