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Malas noticias

Malas noticias

La verdadera mala noticia tuvo lugar unas horas antes del encuentro de la prensa regional para celebrar los premios de periodismo Francisco de Cossío en la Junta. Cuatro muertos, tres hombres y una mujer, al caerles una cuba de hormigón en las obras de construcción de la presa de Castrovido. Un lamentable suceso que había atado a las redacciones a muchos de los protagonistas e invitados a la ceremonia. Más de 200 representantes de los medios y un buen grupo de responsables políticos de la casa, varios consejeros, directores generales y  miembros de gabinete, encabezados por el presidente de la Junta, se dieron cita en el patio de la Consejería de Presidencia, que supongo que se sigue conociendo así, después de las varias segregaciones y adiciones sufridas en las competencias del  susodicho edificio, en la sede de la Junta, en los últimos tiempos. Un acto bajo el signo de la austeridad, adiós a las carpas, a los jardines, a las entregas de premios al aire libre y, desde luego, desde el aforo enseguida se confirmó el adiós no sólo a los canapés, los vinos de la tierra y al jamón salmantino, sino incluso al agua que muchos hubieran agradecido, después de una larga ceremonia en la que este verano alargado puso el calor y que además se prolongó con los turnos de palabra de todos y cada uno de los premiados.  En este caso, la mala noticia la dio una de las conductoras de la ceremonia, empleo el palabrejo porque el acto se retransmitía para la tele de casa, que dijo nada más empezar que allí “lo único que se iba a comer era las uñas”. Suponemos que en el caso de los nervios de algunos de los galardonados. Malas noticias contenía también el cuentecito que pretendía desengrasar el ritmo de la entrega de galardones y que protagonizó el genio de José Mª Nieto, ese ilustrador gráfico que nos obliga todos los días a situarnos en la realidad, tantas veces maquillada por los titulares. En una grabación, Nieto, sentado en un sillón, en una habitación recreada por sus dibujos,  ilustrada con una chimenea, un perro a sus pies y presidida por un cuadro del rey-presidente Herrera, desgranó un magnífico cuento a la afición sobre la historia de un ‘bosque de árboles periodistas’ y sus vicisitudes, no exentas de calamidades, pero que incluso en algún momento había llegado a ‘dar leña’. Una genialidad que les invito que busquen seguramente en la red y en la que le escucharán animar, bajo la cara de póker de algunos, a que ese ‘bosque’ ‘vuelva a dar leña’ porque está claro que es una muy mala noticia para la profesión que un bosque no sirva para aquello para lo que ha nacido. El colofón al desánimo, a pesar de las palabras emocionadas de los galardonados y de la altura de muchos de los trabajos periodísticos  que se asomaron a la pantalla de esta gala, las puso el encargado de clausurarla.  Juan Vicente Herrera quiso dar ánimo a la profesión afirmando que “frente a la confusión,  es más necesaria que nunca la información”  y recordó que los medios son “testigos y protagonistas” de estos tiempos de crisis. Y añadió que la prensa es uno de los sectores más afectados por la crisis económica, se refirió a la bajada de ventas, al “eufemismo de los procesos de consolidación” que ha puesto a casi 6.000 profesionales, 4.000 dijo el Presidente, en la calle y auguró un sombrío panorama porque dijo que “hasta 2017 no crecerán los ingresos por la publicidad”.  Y estas últimas líneas no formaban parte de su aguda improvisación verbal, no, venían escritas, supongo que ‘negro sobre blanco’, en el discurso que se le hizo llegar al atril desde el que dirigía sus palabras. Aviso para navegantes. Después sí, fotos, besos y abrazos pero muchos se levantaban casi sin fuerzas de sus asientos. Como dijo uno de los premiados al agradecer su galardón, Joaquín Robledo,  al  recordar a las víctimas de Castrovido, “ningún trabajo merece la pena si en él perdemos la vida”. Si perdemos la dignidad, añado yo, tampoco. Carmen Domínguez. Periodista.