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Sin base militar inglesa, los isleños no podrían subsistir separados del continente

Sin base militar inglesa, los isleños no podrían subsistir separados del continente

Es curioso, el 7 de julio pasado, como parte de las reformas prometidas en la campaña electoral de 2010 en el Reino Unido de Gran Bretaña, el primer ministro conservador, David Cameron, anunció con bombos y platillos la puesta en marcha de una “revolución de transparencia informativa”. Londres abriría a la ciudadanía todo tipo de datos de la gestión pública de educación, salud, transporte, justicia penal y hasta financiamiento de su administración. “Es el programa de apertura de información más ambicioso entre los gobiernos de todo el mundo”, dijo Cameron. Hoy aquellos que desde Londres nos reprochan cuando hablamos de la situación de dependencia de las islas, son los mismos que se ocupan, en una auténtica “contrarrevolución” de transparencia, de esconder información en forma deliberada: a los ingleses en Londres, a los europeos en Bruselas, y al resto del mundo. Entonces, vale la pena avanzar en el siguiente repaso: Si miles de militares (nadie sabe a ciencia cierta cuántos ya que jamás son incluidos en los censos) y sus familias viven en las Islas Malvinas pagados por Londres; si los británicos en las islas dependen de los servicios sociales de Londres; si el único hospital de Malvinas es sostenido por el Ministerio de Defensa británico; si el único aeropuerto internacional de las islas es sostenido por Londres, a través del Ministerio de Defensa; si el empleo en las islas es en gran medida empleo público y está dedicado a servir a las Fuerzas Armadas de la Corona… Resulta, entonces, risible cuando Londres afirma que las islas "son autosuficientes salvo en los gastos de defensa...". Ocurre que casi toda la actividad económica esta gira en torno a ese rubro. ¿O, acaso, podrían llevarse la pesca o explorar por petróleo sin la amenazante (y costosa) presencia militar enviada desde Londres para cuidar los "intereses de la corona"? Si los habitantes de las islas no dependen de su conexión con Londres para su existencia cotidiana, ¿Por qué no publican los nombres y directorios de las compañías que supuestamente emplean a sus habitantes? Si los habitantes de las islas son “autosuficientes”, ¿Por qué deben concentrar sus importaciones en la Unión Europea y por qué la Unión Europea no puede indicar los datos estadísticos reales ni los términos de su convenio bilateral de asistencia entre las islas y Europa, y en cambio lo catalogan como material "confidencial"? ¿Confidencial para quién y por qué? Si las islas gozan del estatus que dicen, ¿qué tienen que ocultarle al propio pueblo inglés? En las principales fuentes sobre demografía, estado laboral, comercio e inmigración sobre Malvinas, en casi todos los rubros, la información actualizada está… ¡“no disponible (NA, not available)”!, y en consecuencia, lo mismo hace la Unión Europea. La confidencialidad en números, empleos, empleadores y figuras no está dada, ciertamente, por ninguna amenaza sudamericana a sus habitantes, sino porque resulta conveniente que el pueblo inglés, parte del cual está en las calles protestando contra el "ajuste" de Cameron, no compare su situación con la de la población laboral de las islas, donde no hay desocupados y donde toda la fuerza laboral está directa o indirectamente sostenida por el gobierno inglés. Desde los empleados civiles del autodenominado gobierno de las islas (la Reina nombra al Gobernador), los operadores locales de la British Antarctic Survey (repartición oficial de Londres con competencia sobre los "intereses británicos en la Antártida"), los de apoyo a la base militar, pasando por los hoteles y restaurantes, el negocio de acuñar monedas y hacer estampillas especiales en Londres para las islas, hasta el tráfico de turistas, fundamentalmente europeos, todo, todo eso sería inexistente sin el personal militar británico, eje de la economía y cliente principal de esa población local. Desde el siglo XIX, Gran Bretaña consolidó en las Malvinas un tipo de colonización catalogada como "especial y particular" por la ONU: ocupar el territorio de otra nación soberana con el implante de toda una población nueva. Pues bien, ahora, además de los antiguos intereses estratégicos en el Atlántico Sur, la defensa de intereses petroleros, pesqueros y económicos le exigen a Londres hacer una segunda operación contra el derecho: el implante de una descomunal prótesis militar de buques, aviones y efectivos en las puertas mismas de la mayor reserva de biodiversidad del planeta: Sudamérica. Jorge Argûello Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas