El interventor del rey

   Como quiera que el que recibe del Estado la Casa Real es el único dinero público cuyo gasto no se justifica en detalle, la noticia de que el rey había contratado a una especie de interventor había generado la ilusión de que la contabilidad de la Zarzuela iba asalir al fin del mundo de lo secreto, de lo opaco, para instalarse en el que estamos instalados todos, pero pronto se ha visto que semejante ilusión era sólo eso, una ilusión, concretamente una ilusión chafada.

   Seguiremos sin saber, momentáneamente espero, en qué se gastan el rey y su familia los mil quinientos millones de pesetas anuales que reciben de la hacienda de los españoles, todos los cuales, por lo demás, están obligados a justificar ante ella hasta el más insignificante de sus ingresos y de sus gastos.

   Se trata, para qué andar con rodeos, de un hecho inaceptable, como lo es también el ardid legal en que esa demasía se ampara, la intangibilidad del Rey ante la ley que desmiente la igualdad sobre la que necesita edificarse la democracia. Pretender el establecimientode control sobre el uso que la familia Real hace del dinero que los españoles les damos, así como sobre el monto total de su patrimonio en concepto de propiedades, inversiones o  donaciones recibidas, y,por qué no, el pago de los impuestos inherentes a ese patrimonio, es un ejercicio esencial e irrenunciable de ciudadanía y de higiene política. El ejemplo y la referencia de la más alta magistratura no puede remitir, en ningún caso, a la injusta irracionalidad del privilegio.