Cuestión de confianza

   Faltan seis meses para las elecciones legislativas. Aunque hasta finales del mes de abril del 2008 no vence formalmente la Legislatura, parece que el primer domingo del próximo mes de marzo podría ser la fecha elegida por el presidente del Gobierno para convocar los comicios. Falta, pues, medio año, pero Rodríguez Zapatero ha iniciado ya la campaña aprovechando el mitin minero de Rodiezmo para anunciar una subida de las pensiones. Quien tiene a su disposición el BOE juega, en principio, con ventaja, aunque a la postre son los ciudadanos quienes deciden.

   Lo que queda de curso político va a ser duro. Zapatero, que parece que ha tardado tres años en descubrir dónde está y cual es el sentir mayoritario de los españoles en relación con nuestra historia, quiere convertir la 'marca España' en un nuevo fetiche propagandístico. Es mejor que lo de antes -cuando según su decir, el concepto de España como Nación era "discutido y discutible"- pero suena a cosmética preelectoral, a remedio dictado por los arúspices que analizan las encuestas que encarga Pepe Blanco. Un cambio de rumbo, como el producido a última hora en relación con el Gobierno de Navarra.

   Lo que el Gobierno ha hecho, lo que tenía que hacer y no ha hecho, y, lo que ZP ha hecho y nadie en el PSOE le pedía, ya está en la memoria de la gente. Ahora lo que va a pesar en la decisión del voto es la credibilidad de Zapatero; si su forma adolescente de gobernar, sus confusas posiciones en la negociación con los terroristas de la ETA o su contradictoria actuación durante la negociación del polémico Estatuto de Cataluña ha decepcionado o no a quienes le votaron en el 2004. En el PSOE, más que a Mariano Rajoy, el mayor temor que inspiran las urnas de marzo es la posible abstención de quienes tradicionalmente votaban socialista. Por eso digo que lo que se va juzgar en las próximas elecciones es la credibilidad, la confianza que inspira Rodríguez Zapatero.