Off the record - 27 septiembre 2007

Mal comienzo. Madrid no tiene mucha suerte en esto de los logotipos. Y ciertos métodos de escoger están muy bien para la propaganda, pero conducen a lo que conducen. En los centros de diseño más prestigiosos están literalmente horrorizados con la “mano multicultural” de Mallo, pero 36.379 votos, como el famoso millón de moscas del dicho popular, no pueden equivocarse.

Mercedes Coghen, la consejera delegada de Madrid 2016 acabó de arreglarlo: “Cada vez que veamos una mano, vamos a pensar en Madrid”. Se presta al chiste fácil. “Depende, según la posición de la mano sugerirá pensar, por ejemplo, en Marbella”, comentaba a pocos metros un sarcástico concejal que obviamente no quiere ser citado.

Ruiz-Gallardón demostró una vez más sus reflejos y su habilidad de comunicación, al referirse a “el carácter amable de una mano franca y acogedora como la candidatura”. No es por cualquier cosa que el alcalde madrileño sea el político mejor valorado por el conjunto de los españoles.

El problema, una nadería, es que la mano no es, ni de lejos, franca y acogedora, sino rígida e imperativa. Rechaza y detiene. Parece gritar: “¡no pasará!”. Bueno, todo depende del resultado. “Si la candidatura de Madrid tiene éxito, la mano será como la ve Alberto. Si no lo tiene, la mano será como parece”, comentaba el mismo concejal sarcástico, procurando que sólo le oyeran oídos amigos.  

LOS PRESUPUESTOS SÍ PASARÁN

Aunque sea con enfado del PP y de los excluidos del festín del reparto. A última hora de la tarde de ayer, Rodríguez Zapatero recibía un informe tranquilizador: el número de votos que será necesario para aprobar los Presupuestos Generales estaba alcanzado. Fin de la historia. Se hablará y peleará mucho con las cifras durante el trimestre, pero si nadie se vuelve atrás, Rodríguez Zapatero se dará el gustazo de disolver, para las elecciones, con los Presupuestos aprobados.

Los Presupuestos pasarán, aunque sea evidente que se llevan por delante la igualdad de los españoles. Un centrista de toda la vida, hoy diputado del PP, buen analista empresarial y sobre todo de política económica se manifiesta indignado: “Por vez primera, los Presupuestos del Estado proclaman que hay españoles de distintas clases, comunidades de primera y de segunda, todo en función de los escaños que puedan aportar a Rodríguez Zapatero en el Congreso”.

La Comunidad de Madrid lo tiene crudo. El inquilino de La Moncloa no va a perdonar a los madrileños la popularidad y votos de Esperanza Aguirre. Y los presupuestos se aprobarán, pero nacen heridos de muerte en su credibilidad por una cifra imposible, ese 3,3 % de previsión de crecimiento de la economía española para 2008 que todos saben, incluso Solbes, que no se cumplirá.

LOS GUARDIANES DEL GUARDIÁN

Solbes parece de los que mejor lo sabe, como demuestra su gesto huidizo cada vez que alguien incide en ese dato, impuesto al vicepresidente por su presunto subordinado David Vegara. Un diputado, naturalmente opositor, comentó con humor que, en la presentación de los Presupuestos, “Solbes no estaba flanqueado por David Vegara y Carlos Ocaña, sino conducido como por una pareja de guardias civiles”.

Ayer, en el Congreso, la sesión de control había pasado sin pena ni gloria. Cada vez es más evidente que el absurdo formato de la sesión de control impide que se produzcan verdaderos debates y obliga a que casi todo quede en frases preparadas para el consumo de los medios.

Se repitió lo de todos los miércoles. A la derecha, Rajoy argumentó su discurso para el hemiciclo, y por tanto fue ineficaz para los medios audiovisuales. Enfrente, Rodríguez Zapatero eludió cualquier discurso y recitó con su invariable formato unas frases vacías, eficazmente diseñadas para la televisión. Desdichadamente para el PP, la batalla política no se libra en el hemiciclo, aunque ahí se escenifique. Al público le llega eso, la escenificación, no los contenidos.

LAS FORMAS PERDIDAS

Ya tranquilo respecto a los Presupuestos, cabe suponer que, en su fuero íntimo, el habitualmente correcto y veraz Solbes estará avergonzado de la frase que seguramente le escribieron, pero que él pronunció el martes y por tanto asumió su contenido: “Cuando llegamos, la despensa no sólo estaba vacía sino que no se había pagado la última compra”.

Del lado de la oposición, otro político también habitualmente correcto salía de sus casillas ante la magnitud de la mentira: “Nunca antes, en un tema tan importante, se había mentido hasta ese punto y con tanta desvergüenza. Las cifras muestran exactamente lo contrario, y además los españoles lo saben”.

TODO EMPIEZA A SER POSIBLE

Nadie lo diría viendo sus actuaciones parlamentarias, sus movimientos políticos o evaluando las informaciones que se publican, pero cada vez es menos dudoso que el PP recorta distancias respecto al PSOE. La fiebre de los sondeos sigue. Y es natural en fase terminal de Legislatura. Se termina la labor “de cocina” de uno muy estratificado por autonomías y segmentos socioeconómicos, y sus analistas están perplejos: la ventaja del PSOE prácticamente se ha volatilizado.

Los famosos 160 diputados pretendidos por el PP, que se tomaron inicialmente como un chiste, han pasado a ser objeto de meticuloso análisis provincia por provincia. “¿Y si fuera verdad?”, preguntaba inquieto el martes a sus más cercanos colaboradores un dirigente empresarial catalán más cercano en los últimos años a los líderes del PSC que a los del nacionalismo.

No es sólo la economía. Cada vez que ETA revela nuevos datos de sus negociaciones durante el “proceso de paz”, hay deslizamiento perceptible del voto decidido. Es ya inocultable y aparece en las encuestas y no es impune que, respecto a lo sucedido en esas negociaciones, los ciudadanos dan más crédito a lo que publican los terroristas que a lo que dice el Gobierno.  

Hace pocas semanas, un importante financiero daba por seguro, ante sus colaboradores de confianza, que Rodríguez Zapatero volvería a formar gobierno después de marzo. “No tanto por méritos propios como por los errores del PP”, explicaba. Ayer había cambiado pronóstico y diagnóstico. Puede ganar el PP en marzo, no tanto por sus aciertos como por la evidencia de que el Gobierno ha perdido el rumbo y ni siquiera sabe hacia donde deriva, explicaba.