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La imagen de los empresarios

La imagen de los empresarios

viernes 30 de septiembre de 2011, 08:57h
    Si se les pregunta a los escolares españoles qué quieren ser de mayores, en esos años en que comienzan a discernir las diferencias entre las diversas profesiones, la respuesta es cambiante porque influyen la actualidad, la moda y hasta la publicidad. Quizá en la Edad Media los niños quisiesen ser soldados, misioneros o escritores. Pero, según los años en que se formulase el asunto, unos dirían que pilotos de moto, fotógrafos, ecologistas, actores o actrices, cantantes, futbolistas, toreros, tenistas, cirujanos, arquitectos, periodistas, abogados, etcétera.
 
     Lo que casi ninguno dice es que quiere ser empresario. Quizá porque la palabra empresario esté contaminada de  conceptos como "chanchullo", "soborno", "abuso" o "prevaricación", lo que es una injusticia. Entre los empresarios, como entre cualquier otro grupo profesional, los hay mejores y peores. Y, además, los empresarios, los buenos empresarios son imprescindibles para que una sociedad salga adelante, para crear riqueza y empleo, para innovar, para progresar.
 
    En este contexto, el presidente de los empresarios españoles, de la CEOE, Joan Rosell, propone que se implante en la enseñanza básica, en la escuela, una asignatura llamada "Empresa y Empresario" para ofrecer una mejor imagen de quienes se arriesgan en los negocios, de quienes se juegan su patrimonio por crear y mantener puestos de trabajo, de quienes deben echarle imaginación y coraje en estos tiempos difíciles para que su negocio sea rentable, para pagar impuestos, para abonar las nóminas de cada mes. Y a veces lo hacen entre la incomprensión de los políticos, que tienen el sueldo asegurado, o de algunos ciudadanos que no conciben más empresarios que los millonarios de las caricaturas, con su herencia, su tripa, su puro, su chistera, su cadena de oro y su mayordomo.
 
   Hace falta, en fin, crear en España un ambiente favorable hacia los buenos empresarios, algo que los estimule y que haga surgir nuevas vocaciones de emprendedores. Con cinco millones de parados en España, si cada ciudadano que tuviese vocación de riesgo para crear un puesto de trabajo -un solo puesto de trabajo-  el problema se solucionaría. Pero, como dice Joan Rosell, presidente de la CEOE, hay que educar desde la cuna a los niños en el respeto a los emprendedores. También, claro está, educarlos para la crítica y al rechazo hacia quienes abusan de sus privilegios, que son los menos. Porque, por desgracia, vivimos malos tiempos, y hay muchos pequeños y medianos empresarios que están con el agua al cuello.
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