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Procrastinator ¿el musical?

domingo 02 de octubre de 2011, 11:11h
Procrastination (procrastineixion). No existe una palabra equivalente en castellano o yo no la he encontrado. Significa dejar las cosas para más tarde y tiene una deriva específica que trata de los que hacen cosas para mantenerse ocupados y, así, posponer lo importante y no tener que afrontarlo.
              
La procrastinación, valga el anglicismo, es cuando en lugar de hacer algo que debemos afrontar nos enredamos con otra cosa. Un ejemplo: tenemos pendiente organizar las facturas del último año y en lugar de agarrar el toro por los cuernos, procrastinamos y afilamos los lápices, limpiamos la mesa, ordenamos los papeles de las facturas por tamaños o por colores, etc. No es que no hagamos nada, es que nos dedicamos a tareas marginales remotamente relacionadas con lo que de verdad tenemos que hacer, una boba forma de autoengaño.
              
Felipe II procrastinó cuando se le murió D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, Almirante General de la Armada Real e hijo de otro notabilísimo marino. Entonces el rey, en lugar de hacer lo que debía hacer, procrastinó y nombró superjefazo de la Grande y Felicísima Armada al primero que pilló, el inútil Alonso Pérez de Guzmán, VI conde de Medina-Sidonia y Grande de España que llevó la flota al mayor de los desastres navales después del de Camarina en la Primera Guerra Púnica. Pero Felipe II era un rey absoluto, tanto que a pesar de la cagada consiguió pasar a la historia con el apelativo de El Prudente.

El problema lo tenemos ahora cuando los procrastinadores aspiran a dirigir el país y compiten por conseguir nuestros votos. En situación normal nos daría igual; de hecho, nos ha dado igual más o menos durante 30 años. Pero en estos momentos tenemos problemas muy graves y no está el horno para bollos ni la presidencia para dilettanti. Endesa e Iberdrola parecen estar haciendo por el país más que cualquier candidato al tolerar que ayuntamientos, presidencias de autonomía, y concejalías varias sigan disfrutando de suministro eléctrico aunque deban millones de euros. (No nos hagamos ilusiones: acabaremos pagando nosotros, bien porque las eléctricas nos suban el recibo, bien porque nos lo quiten en impuestos o ambas cosas).

La situación de la educación es desastrosa y no me refiero a los recortes sino a un sistema cuyos alumnos están en el ranking mundial por debajo de países como Grecia, Latvia, Eslovenia o Macao y ya veremos cómo vamos a quedar ahora que también se va a medir a los profesores. Los periodistas hemos perdido nuestra dignidad de intermediadores e intérpretes de la realidad social. Solo el 18% de nuestros empresarios tiene estudios superiores. Somos el segundo país del mundo en piratería cultural -sin contabilizar la banda de Teddy Capone-. Nuestro sistema judicial está politizado y no cumple con su función. En el ranking de países corruptos vamos "mejorando": puesto 28 en 2008, puesto 32 en 2009, puesto 39 en 2010 y aún no se han contabilizado ni la SGAE, ni el ayuntamiento de Ronda ni los 800 casos abiertos por la fiscalía anticorrupción en lo que va de 2011. Los hurtos en el comercio minorista han pasado de 1.800 MM de euros en 2004 a 2.200 en 2008 y a 2.700 en 2010 que, por supuesto, acabamos pagando todos porque el empresario rebota esta pérdida en el precio.

La semana pasada la noticia fue una vacuna del sida descubierta en España. De lo que apenas se ha hablado es de la verdadera noticia: no hay presupuesto de investigación para desarrollarla así que Alemania y EEUU ya están intentando comprar la patente. ¡Somos completamente idiotas con el 80% de nuestra productividad en mano de obra sin cualificar y solo el 20% en producción de valor añadido!

Y ahora los que voluntariamente -es importante el matiz- optan a gobernarnos nos ofrecen bagatelas en vez de soluciones reales. Así, Rubalcaba promete subir los impuestos al tabaco y alcohol y quitar la exención fiscal a los seguros médicos privados. Y Rajoy pone la zanahoria más burda prometiendo 3.000 euros de regalete para los autónomos que contraten a una persona y reducir en 10 puntos el impuesto de sociedades a las empresas que reinviertan sus beneficios. ¿Majaderos ellos o nosotros?

No estamos para procrastinar más, déjense de afilar los lápices y ordenar los papeles por colores. Necesitamos un plan serio, profundo y firme para poner el país en las vías de Europa.   
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