La libertad de Cayetana

    Hoy tanto la España de la "jet-set" como la España de "charanga y pandereta", todas las plurales Españas que tienen como corral la piel de toro y los archipiélagos y las plazas del norte de África, miran hacia Sevilla, donde contrae su tercer matrimonio Cayetana, duquesa de Alba, con el funcionario burgalés de la Seguridad Social Alfonso Díez. Más de veinte años separan (o unen...) a los contrayentes, diferencia de edad que ha sido superada por el cambio de costumbres de la sociedad española... Y, en el caso que nos ocupa, por el amor que Cayetana tiene a la libertad, siendo como es una mujer culta, divertida, sincera, abierta, y obsesionada con ponerse el mundo por montera.

    No se trata de frivolizar ni de fomentar una especie de anestesia en la España del paro y de la pobreza, sino de celebrar en la sociedad de la longevidad que una mujer de 85 años quiera rehacer su vida al lado de un hombre de 61. Hace años, estos matrimonios desiguales eran objeto de sarcasmo y de bromas crueles en los pueblos de España, y hay en nuestras tradiciones muchas que se refieren a esas bodas entre una viuda añosa y un solterón maduro, o entre dos personas que pertenecían a distintas generaciones. Quizá el atractivo de la Duquesa de Alba radique en que siempre ha sido joven, aún cumpliendo años, como lo son esos grandes personajes que desafían a los almanaques y que siempre son contemporáneos de su propia vitalidad.

    La boda que hoy se celebra en Sevilla viene precedida de una historia relativamente larga, que va desde los primeros rumores de noviazgo, que nadie se creía y que después fueron confirmados, hasta el rechazo inicial de los hijos de la duquesa  (es cierto que unos fueron más tolerantes que otros en esta actitud) ante el matrimonio que algunos veían venir.

    Por la personalidad de Cayetana, la boda transciende lo que sería una ceremonia privada y suscita la atención de muchos españoles, y seguramente que también de personas de otros países o de otras culturas. Cayetana de Alba tiene una inmensa fortuna y posee más títulos nobiliarios que la reina de Inglaterra. Es propietaria de palacios espléndidos, como el madrileño de Liria o el sevillano de Dueñas, de latifundios agrícolas., de colecciones de pintura que incluyen obras de Rembrandt, de Velázquez, de Tiziano, del Greco. Y, naturalmente, de Goya, que fue el pintor de cámara de su familia, como Picasso lo quiso ser de Cayetana, aunque élla no se atrevió a posar desnuda, como "la maja", frente al genio malagueño.

     ¡Vivan los novios!, y ¡viva Cayetana! que, como decimos, se ha puesto el mundo por montera porque nada se le pone por delante.