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La indignación paralizante

La indignación paralizante

domingo 09 de octubre de 2011, 20:09h
La indignación es paralizante. Para los que indignan, con sus recortes,  y para los indignados, los recortados. La indignación puede hacer mucho ruido, pero paraliza la mente y resta empuje al corazón. En el fondo, es un conformismo gesticulante o abatido. Es una actitud improductiva.

No es una reacción positiva. No construye, destruye. No predispone a hacer algo para superar la situación que motiva aquel estado de ánimo. Y una sociedad instalada en la indignación va camino de la agonía. Se desgasta en el inútil desafío a lo imposible, sin entregarse al esfuerzo necesario para lograr lo posible.

La protesta por la protesta tiene mucho de infantilismo. Las dificultades, de todo tipo, requieren ser afrontadas con madurez. Madurez de los que manda y madurez de los ciudadanos. De aquéllos, para evitar provocar el desánimo colectivo con medidas tajantes, en tromba y sin matizar, y madurez ciudadana para no caer en la incomprensión sistemática y dejarse arrastrar por el abatimiento suicida. Al contratiempo hay que reaccionar con ánimo positivo y creativo.

No es precisamente lo que está ocurriendo en la actual situación de profunda crisis. No se recorta con  la finura del bisturí, sino a hachazos. Y se responde  demasiado con el desánimo de quien lo da todo por perdido. Ambas son posturas paralizantes y destructivas. Hay que sustituir los hachazos y los gemidos por reacciones prudentes, pero valientes e imaginativas. ¿Para cuándo la creación de riqueza sacando de las piedras pan?

Pero nadie lidera este movimiento positivo. Más allá de la austeridad y del rigor en el gasto público -dice Duran Lleida- necesitamos también que se impulse el crecimiento de la economía y que se genere ocupación. Pero este discurso queda ahogado, en la política y en los medios, por el griterío de la protesta. O engullido por un sentimiento generalizado de impotencia y abatimiento.

Malos políticos los que infunden este pesimismo a la sociedad. Pésimas políticas las que no logran levantar el ánimo de la gente. Pusilamines ciudadanos los que no reaccionan con imaginación, iniciativa y esfuerzo la adversidad. Urge cambiar el xip de todos. Hagamos caso a Einstein: "En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento". La imaginación y la voluntad.
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