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El país real...o quizá no tanto

El país real...o quizá no tanto

miércoles 12 de octubre de 2011, 15:44h
Asisto, como cada año, a la recepción real en el Palacio de Oriente con motivo de la Fiesta Nacional. Más de un millar de invitados que constituyen lo que podríamos llamar la 'España oficial' llenan un salón repleto de uniformes,algunas sotanas y muchos trajes oscuros. El Rey, cojeando visiblemente, hace un esfuerzo y durante cuarenta minutos va de corrillo en corrillo saludando a los presentes, como el resto de la familia real: este año, por el estado de Don Juan Carlos, no ha habido el laguísimo 'besamanos'. Hay como un sabor a despedida en la clase política saliente y una multitud que se aproxima a la emergente. Me parece que Sonsoles Espinosa, la mujer de Zapatero, sonríe más este año, quizá porque es el último, aunque supongo que, contra lo que hacen sus predecesores, el presidente del Gobierno cesante sí acudirá, como indica el protocolo, a estos actos institucionales. Todos nos preguntamos de qué estuvieron hablando Pérez-Rubalcaba --que sí fue asediado por los corrillos periodísticos-- y Mariano Rajoy durante unos buenos diez minutos: seguro que no comentaron tan solo la marcha de la liga de fútbol. Muchos echaban de menos a algún ministro hoy en boca de todos, a ciertos presidentes autonómicos...¿lo de siempre?
 
Sí, todo era, en suma, más o menos lo mismo --magistrados, empresarios, militares, periodistas de cierto postín, ex notorios. Incluso los cientos de curiosos frente a Palacio--, pero el aroma era, ya digo, diferente. Incluso Zapatero fue, me pareció, menos abucheado durante el desfile, quizá porque ya se va y llegan nuevos candidatos al abucheo de las masas. Nunca sabré bien si el país real es el que está fuera, abucheando o aplaudiendo frente al país trajeado, en esta jornada de calor, al que sortean los camareros bandeja de canapés en mano. Sí sé que los que estábamos dentro somos cada vez más una especie de perimundo, una raza especial que a veces, cuando analizas lo que en ese 'sancta sanctorum' se comenta, parece estar sobrevloando la realidad del país. Porque estoy seguro de que esa realidad-real no se concreta en esos centenares de coches negros, con chóferes que aguardan, que se congregan en la Plaza de la Armería. Quizá la crónica de la España política, económica, social, no estaba allí, sino fuera.
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