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Ninguno como Felipe

Ninguno como Felipe

jueves 20 de octubre de 2011, 18:10h
Se suele ayudar de un pañuelo blanco, cuidadosamente doblado, para secarse el sudor de la frente y de las sienes pero está fresco como una rosa. Se coloca  siempre detrás del atril llevando unos cuantos folios en la mano. Pero no deja de ser un desperdicio: se limita a abandonarlos sobre el tablero durante toda la intervención para recogerlos al final, haciendo con ellos un canuto con el que abandona la tribuna. Felipe González sigue sin necesitar papeles para hablar y puestos a hacer uso de la palabra es difícil pararlo. Puede estar horas y horas analizando la coyuntura europea, los últimos avances mundiales en I+D+i, poniéndole notas a Merkel, Sarkozy o Lula, pidiendo una puerta para que Letonia se sienta todo lo nacionalista que quiera pero sin molestar a 400 millones de habitantes europeos, mezclando los ajustes fiscales y la productividad, la conferencia de Durban sobre el cambio climático, el impuesto de sociedades de Irlanda, el poderío de los países emergentes o las dudas de los alemanes entre la solidaridad europea y los intereses de los landers... Es el inventor de aquella frase de que "a Manuel Fraga le cabía el Estado en la cabeza" cuando le elogiaba cuando era el líder de su oposición. Pero viéndole actuar cabe plantearse si el cerebro de González no será un contenedor  del mundo mundial. No hay fronteras para este abuelo cebolleta, capaz de deleitar con una y mil historias y anécdotas al auditorio, aunque asegura que no le preocupa tanto lo que pasó sino "atisbar lo que va a pasar".

Esta mañana ha reunido en el Ritz a la crème de la crème de la política socialista para escenificar su puesta a disposición de Rubalcaba pero también para lanzar unos cuantos mensajes que muchos debieran meditar. Ha clamado contra los recortes en sanidad pública, "que no salga de la crisis peor de lo que entró", como cabía esperar del instigador de la reforma sanitaria que ha dado a España uno de los sistemas que mejor funciona en el mundo. Pero añadiendo una reflexión que bien debería hacer pensar a los recortadores de hoy y, inevitablemente, diseñadores del mañana: disminuir la sanidad es atentar contra la cohesión social, ha explicado, pero también destrozar un espléndido capital humano de investigadores, cirujanos y científicos que ha costado mucho formar y de los que este país puede presumir porque están en la élite mundial. ¿También a ellos los vamos a dejar marcharse?

A estos empresarios nuestros del tea party, que proponen salarios muy a la baja e indemnizaciones ridículas por despido les recomienda que se lo piensen dos veces: ¿cómo venderán sus productos y servicios pese a la inmensa caída del consumo que generarían con tanta rebaja salarial?

Y a los ingenieros de la Europa en crisis, Banco Central Europeo, FMI y ortodoxos varios del ajuste, Felipe les reta a ver si son capaces de emprender la senda del crecimiento sin estímulo alguno: solo reducir déficit, congelar el gasto o eliminar el papel del Estado como impulsor de políticas de empleo. El planteamiento socialdemócrata empieza a plantear a las claras el ¿no nos estaremos pasando en el ajuste?

Este valioso  jarrón chino, como le gusta referirse a sí mismo con indisimulada soberbia, ha encontrado perfecto acomodo como sabio europeo y permanente gurú nacional e internacional. Tiene la inmensa ventaja de que no es necesario, ni siquiera lo pide, que le hagan caso. Lo que le seguirá reportando enorme beneficios en multitud de foros y conferencias internacionales. Felipe González ha dejado casi de ser un ex presidente del Gobierno para convertirse en un patrimonio europeo. Y de estos tenemos pocos.
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