Alegría con la cabeza fría

Todos los demócratas debemos felicitarnos por la derrota de la banda terrorista ETA, reconocida en su comunicado de cese definitivo de asesinatos y atentados pero nos engañaríamos si si no exigieramos un paso más como su disolución y desmantelamiento  en un proceso que no debería ser largo y donde la unidad de los partidos políticos es esencial para evitar fisuras que puedan beneficiar a los terroristas. Es imprescindible una  buena gestión del fin de ETA para evitar cerrar en falso una herida profunda y muy dolorosa que ha causado 858 muertos y ha promovido el odio y en enfrentamiento en el País Vasco y en el resto de España.

Ya se esperaba la decisión de la banda después de la escenificación preparatoria del pasado lunes en el palacio de Ayete en San Sebastián y, además, utilizan frases textuales del texto de los intermediarios internacionales que causan indignacion por mucho que sepamos que el mensaje y el vocabulario que utilizan pretende justificar su decisión-derrota ante su propia parroquia. Estamos ante un gran momento pero incompleto porque los asesinos se
guardan una baza suficiente para intentar tutelar el proceso que se abre ahora en el Pais Vasco y en el resto de España para Intentar conseguir contrapartidas de todo tipo. Además del alivio para todos por el cese de la amenaza terrorista, la decisión de los etarras va a suponer un elevado beneficio electoral para la candidatura abertzale Amaiur que podría lograr grupo parlamentario en Madrid en las próximas elecciones generales del 20N.

Deben tener claro los etarras que en España se va a cumplir el estado de derecho, las leyes y que jurídicamente para los presos de la banda su tratamiento penitenciario no es igual con el cese de los atentados terroristas que con la disolución de la organización. Hay 559 presos en las cárceles españolas y deben saber que una posible generosidad de la Democracia para con unos asesinos terroristas depende de que pidan perdón a las víctimas, las indemnicen y reconozcan el daño causado y condenen el uso de la violencia.

No va a ser fácil explicar a las víctimas del terrorismo que algunos asesinos no van a cumplir íntegramente sus condenas pero cada cosa a su tiempo. Mucho antes, la Democracia española, y no supuestos intermediarios internacionales a sueldo, debe comprobar y verificar que el final es cierto y sin vuelta atrás, asumiendo que siempre puede quedar algún grupúsculo aislado que se resista a su desaparición. En este momento hay que marcar bien las pautas a seguir y afrontar cada paso con claridad, transparencia y responsabilidad política para gestionar adecuadamente la derrota de ETA y evitar que los violentos puedan conseguir ni el más mínimo rédito político.