martes 25 de octubre de 2011, 08:36h
Tras el anuncio de ETA del pasado jueves,
expresando su intención de abandonar lo que ellos llaman "la lucha armada" (otros lo definimos como terrorismo en estado
puro y cobardes asesinatos) se han sucedido las reacciones y las interpretaciones.
Quizá desde la cercanía los árboles nos impidan ver el bosque, se ahí que
algunas valoraciones de la decisión etarra, tanto en el País Vasco como en el
resto de España, han sido sesgadas o parciales, intentando cada uno llevar el
agua a su molino, y especialmente con unas elecciones generales a la vuelta de
la esquina. Sin embargo, y todo hay que decirlo, el resumen de estas
interpretaciones ha sido relativamente sosegado y cauto, se ha mantenido en el
territorio de la prudencia, y ni se han echado las campanas al vuelo ni se ha
dejado de tener en cuenta este nuevo paso de los criminales, que para unos se
encamina hacia la paz y para otros quizá no pase de ser una maniobra más, una
oscura jugada en las que ETA es especialista.
Ayer el líder del PNV, Iñaki Urkullu, le
pedía al lendakari Patxi López que adelantase las elecciones en Euzkadi para
que todas las sensibilidades, incluida "Bildu", estuviesen presentes en la
cámara que representa la soberanía popular...También se refirió a una política
penitenciaria "flexible" y a otras medidas precipitadas. Pero mientras ETA no
entregue las armas y no desaparezca como organización, cualquier respuesta
política es prematura, ingenua y poco presentable ante la sociedad y,
especialmente, ante las víctimas del terrorismo y sus familiares.
Quizá por ello, y desde la perspectiva
que da la distancia, ayer el presidente del Parlamento Europeo, el polaco Jerzy
Buzek, no se anduvo con paños calientes e instó a los etarras, en nombre de la
Eurocámara, a desarmarse y a disolverse. Lo ha dicho de un modo claro y
directo, sin andar con palabrería edulcorada ni con trampas del lenguaje. Llamó
a ETA "organización terrorista", y nada de esas falacias de "patriotas
independentistas". Y les dijo a los asesinos que para que su anuncio tuviese
alguna credibilidad, deberían entregar su arsenal, desaparecer como mafia (es
decir, ponerse en manos de la Justicia), y pedir perdón a los familiares de las
829 víctimas mortales en más de cuarenta años. Jerzy Buzek también tuvo
palabras de gratitud para las fueras de Seguridad, para los jueces, para los fiscales,
para cuantos han contribuido a acorralar a los matones.
A veces, insistimos, la inmediatez de los
árboles nos impide contemplar la complejidad del bosque, y tiene que ser uno de
los máximos responsables de la Unión Europea quien, desde Estrasburgo, y
dejándose de rodeos y de pasteleos, les diga a los etarras lo que se
merecen: que son unos asesinos, que deben entregar las armas y que deben pagar
sus cuentas ante la Justicia. Así de sencillo, y así de claro.