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A vosotros, que no pudisteis celebrarlo

A vosotros, que no pudisteis celebrarlo

jueves 27 de octubre de 2011, 15:10h
Cuando ETA, al fin, anunciaba que dejaba de matar no estábamos juntos. Hubiéramos hablado poco y, seguramente, tras un abrazo, buscaríamos el silencio compartido para recomponer recuerdos y pensar en otros que tampoco podían ya acompañarnos. Vosotros dos y yo vivimos meses muy duros en aquel Bilbao mucho más oscuro y más trágico que el que hoy reflejan las curvaturas metálicas del Guggenheim. Ahora, cómo lo podríamos imaginar, el lehendakari se llama López y es socialista. En la Moncloa, todavía, reside otro socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, y Felipe, como en 1982, está metido en campaña para arañar votos y ayudar a Rubalcaba, que lo tiene difícil según dicen las encuestas para ser presidente. Alfonso pelea por lo mismo en Sevilla.
 
Aunque os cueste creerlo, a los españoles ya les importa muy poco el terrorismo. La vida es así.ETA ha dejado de poder matar hace dos años. Les queda poca gente y la policía, la guardia civil y aquellos ertzainzas a los que uniformó Garaicoetxea han trabajado muy duro. Y lo han pagado con su sangre. No os lo podréis imaginar, con la experiencia de aquel tiempo de plomo, pero el gobierno francés está colaborando con España a tope. Se acabaron los santuarios  y basta decir que la última víctima de la banda fue un policía francés. Cuando los asesinatos de ETA se contabilizaban por decenas cada año y nos levantábamos cada mañana con un sobresalto, comentábamos como un desiderátum inalcanzable lo que supondría el fin del terrorismo. No tendríamos que mirar debajo del coche, ni pararnos a la vuelta del trabajo cada madrugada para comprobar si los pasos que escuchábamos detrás  suponían una amenaza. Si nos aguardaba una sorpresa en el portal. Tuvimos que inventar un libro de estilo para escribir asesinato y tachar "muerto" cuando un policía, un concejal o un empresario habían recibido un tiro en la nuca.
 
Vosotros sí comprendéis la honda transformación que para cualquier hombre o mujer en el País Vasco supone, desde hace una semana, vivir en libertad, afrontando, en todo caso, los mismos riesgos que en el resto de España. Decíamos entonces, como la inmensa mayoría de los españoles, que el gobierno que lograse acabar con ETA se eternizaría en La Moncloa. Porque no hay otra pesadilla mayor que el peso del terrorismo, que condiciona las conciencias y desvirtúa la democracia. Que esclaviza por el miedo. Mis queridos y añorados amigos, presiento que estábamos equivocados. El fin de ETA ha coincidido con una campaña electoral y los socialistas estamos dispuestos a integrar a todas las fuerzas democráticas en el retrato final de la victoria. Os confieso que hay momentos-ya conocéis mis prontos- en los que me cuesta trabajo sentirme próximo a quienes siguen diciendo que Zapatero y Rubalcaba han entregado España a ETA y han pintado a los socialistas como cómplices de los asesinos. Os juro que no exagero. Tendríais que ver lo que dice ahora Rosa Díez. Suerte que ya no podéis leer algunos diarios ni escuchar algunas tertulias. Parece como si el fin del terrorismo hubiera vaciado de contenido su existencia. Pero no era eso lo que yo quería trasladaros a ese lugar de lo eterno donde descansáis, sino mi tristeza porque no podamos montarnos en un coche y recorrer los valles y las montañas de Euskadi, deteniéndonos, sin prevención alguna, en una vieja taberna. O volver, ya sin miedo, a  Bermeo o a Mutriku.Y soportar a Julio, ¿verdad, Miguel Ángel?, que nos cantara a pleno pulmón el Eusko Gudariak y, luego, el himno de la Legión. Sin bajar las ventanillas. Porque hoy, mis llorados compañeros de Bilbao, están abiertas las ventanas de la libertad.
 
A Julio de Benito y Miguel Ángel Molinero ,periodistas de "Tribuna Vasca"
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