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Política cruel y deprimente

Política cruel y deprimente

lunes 07 de noviembre de 2011, 15:22h
   Escribo esta columna antes de que empiece un debate que, para ser sinceros, me interesa bastante poco; estoy infinitamente más preocupado por los problemas de este país que por la telegenia de uno candidato o del otro. El debate -como todo en televisión- es sólo espectáculo y sirve para llenar periódicos, hacer programas de especiales y decidir quien los ha ganado sabiendo que los mas adictos a la derecha van a decir que Rajoy y los más cercanos al PSOE, que Rubalcaba. El resto banalidades, frases que suenen bien, mentiras llenas de buenas intenciones y apuntes de programas que ni siquiera se sabe si mañana seguirían siendo válidos.

   La televisión vende sensaciones, no ideas, de la misma forma que no ofrece realidades sino percepciones de esas realidades que, después, cada espectador tamiza según su propio bagaje emocional. Como los candidatos saben de qué va la cosa, no pretenden meterse en honduras sino "caer bien" y aun más: me atrevería a decir en las actuales circunstancias, que de lo que se trata es de caer lo menos mal posible, porque bien, lo que se dice bien, aparte de los convencidos que no dejan de ser los menos libres, ya se sabe que la clase política es un auténtico problema para la mayoría de los ciudadanos que les verán en la televisión.

   El debate es flor de un día y luego se volverá a la campaña pura y dura, al mitin, al baño de masas que no sirve para nada pero que debe consolar muchísimo. Y llegados a este punto, permítanme no una lágrima pero si un gesto de cierta repugnancia por lo que el PSOE en general y quienes aconsejan a Rubalcaba en particular, están haciendo con Rodríguez Zapatero. La política es la política pero el desprecio y la soledad en la que han instalado al que hasta ahora lo era todo en el partido, resulta cruel y deprimente. Lo entendería más -aunque tampoco del todo- si el candidato fuera ajeno a la cosa, hubiera salido nuevo e incluso si hubiera abandonado el gobierno de Zapatero en aquellas salidas precipitadas como las de Jordi Sevilla o Solbes. Pero es que no. El candidato que ahora exilia al silencio a Zapatero, el que ha resucitado -él tiempo dirá si para bien o para mal- al dúo González-Guerra, ha sido casi tan responsable como el propio presidente de su política equivocada y no vale ahora decir que él lo hubiera hecho de otra manera: ese se dice en el momento y uno se va o no se dice nunca y se asume. Pero el silencio al que han reducido al todavía secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, es, sencillamente, indigno.
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