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Para cuándo un debate de verdad

Para cuándo un debate de verdad

jueves 10 de noviembre de 2011, 10:14h
Ayer tampoco hubo debate. En algunos momentos, quizá, llegamos a ver una mala tertulia de radio. Todos vestían igual y lo único que variaba eran las corbatas de Gallardón y de Macías que no eran azules. Todo lo demás era prácticamente idéntico. Por cierto, la camisa de Gallardón llega a ser un poco más azul y con la corbata roja que llevaba habría parecido un jugador del Barça. Hay que cuidar más la imagen cuando se va a televisión.
Nadie arriesgó, nadie atacó, nadie nos sorprendió, nadie buscó formas de poner en jaque a los demás, pero todos, eso sí, nos aburrieron. Más de dos horas de un debate soso y sin contenido con cinco segundones que no pusieron salsa a una carne bastante rancia.
Esperábamos que en el debate de los segundos espadas hubiera más emoción, pero terminó siendo el debate de los caddies de golf, y estas personas nunca tiran al hoyo. No se puede ir a un debate a ponerse todos de acuerdo, tienen que disentir. Cuando algo se salía de los temas que daban juego a cada uno, los obviaban. No entraban a atacarse. Jáuregui lo intentó, pero sólo en los temas que le convenían. Eso no es debate, es el oportunismo propio de cualquier tertulia.
Por cierto, Jáuregui se puso a defender a Zapatero y a sus políticas y no hizo, si no recuerdo mal ni una sola mención al candidato Rubalcaba. A diferencia de los de su partido que intentan ocultar las siglas del PSOE, él las mencionaba una y otra vez autovinculándose al partido socialista. Hasta el momento parecía que la campaña de Rubalcaba consistía en centrar todos los mensajes en él y no en el partido, poner el logo muy pequeño y en lugar del rojo típico, otros colores. Pero ayer, el que hasta ahora es el Ministro de la Presidencia, hizo todo lo contrario.
Los candidatos, que ayer nos aburrieron a todos, se distanciaron de los ciudadanos todavía más que Rubalcaba y Rajoy en el debate del lunes. En lugar de hablar de los ciudadanos y de sus problemas, hablaron continuamente de la macroeconomía, estuvieran en el bloque que fuese. Todos dieron una clase de economía desde su perspectiva ideológica como si fuesen a presentarse a decanos de la facultad de Economía. Si nos hubieran avisado...
Gaspar Llamazares hizo varios amagos de hablar sobre los ciudadanos, pero finalmente hablaba, por ejemplo, de colectivos médicos. Su mensaje tenía mucha carga ideológica y desaprovechó varias oportunidades que le pusieron en bandeja tanto Gallardón como Jáuregui cuando daban respuestas a las preguntas que formulaba el candidato de IU por Asturias. Hay que estar más atento y ser más agresivo.
Algunos analistas, nos quejamos de la agresividad que Rubalcaba tuvo con Rajoy insistiéndole en comentar algunos párrafos de su programa. Ayer habría estado bien, para romper con la monotonía que hubo desde el principio hasta el fin, un toque similar. En algunos momentos, del debate se convirtió en una conversación de bar. Me refiero a cuando Gallardón y Macías se pusieron a charlar, literalmente, sobre la solidaridad de las autonomías.
Jáuregui trató de convencernos de que el PSOE había hecho lo mismo que el resto de países de Europa y que la culpa la tienen los de fuera. Estuvo locuaz, pero apenas hablaba como si fuera candidato. Pedía políticas nuevas, pero decía que no había dinero. Si se analiza su discurso de manera aislada resulta algo contradictorio.
Gallardón intentó ganarse una y otra vez al electorado pensionista, fue bastante pragmático y respondía de uno en uno al resto de candidatos como si estuviera en el Gobierno. Muchas veces  le trataron como si ya estuviera en el gobierno.
Llamazares estuvo muy firme en sus tesis, pero resultaron muy ideológicas, aunque lo cierto es que su electorado es el más ideológico de todos. Buscó criticar el bipartidismo y que el electorado abstencionista del PSOE les votase, pero le faltó la agresividad que pide esta gente. No obstante, fue el único que habló de los ciudadanos.
Macías se puso a leer como si no conociera su mensaje, además, las gafas de pasta que llevaba le tapaban los ojos cada vez que bajaba la mirada y parecía más un bibliotecario que un político. Alguien debería decirle que las manos no se pueden cruzar delante de la boca mientras hablas. Terminar hablando en catalán desconcertó hasta la moderadora que trató de traducirle, pero claramente María Casado no sabe catalán.
Erkoreka resultaba dinámico cuando hablaba, pero no parecía querer un debate tanto como decir lo malo que es el PSOE en Euskadi. Era coherente y tenía un buen tono, pero nada más.
La economía estaba en todos los bloques y en todas las intervenciones. Los turnos de palabra era tan largos, que hasta la moderadora les pidió que para que hubiese debate hicieran las intervenciones más cortas. Cada vez que hablaban se repetían en lo dicho anteriormente, pero hablaban de sus problemas, los problemas de los partidos y no los problemas de los ciudadanos. Que si el problema de la ley electoral les quita representación, que si el partido estaba siempre, que si un partido no puede ser una isla, que si se ha sido tal o cual cosa en el pasado,...
 
*Álvaro Marchante es consultor político y cofundador de www.comunicaliza.com web sobre política, comunicación y análisis

Álvaro Marchante

Álvaro Marchante es Licenciado en Periodismo, Máster en Estudios Avanzados en Comunicación Política y Doctorando en Sociología Electoral por la Universidad Complutense de Madrid. Fundador de comunicaliza.com desde donde ha trabajado como consultor en estrategias políticas y corporativas, de redes sociales, difusiones masivas con big data y en procesos de investigación en España, Colombia, México y Ecuador.

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