Reflexión antes de emitir el voto

Ciertamente, estas elecciones del 20 de noviembre "no son como tantas otras". Ni lo ha sido la legislatura que se examina, ni tampoco los méritos de los aspirantes, gobernantes u opositores. Los argumentos nos los han ido facilitando los propios partidos y sus dirigentes, todos convencidos de la necesidad de ser elegidos para bien del país. Todos creen tener derechos para resolver los importantes problemas a los que se va a enfrentar la Nación en los próximos meses y posiblemente años. Yo todos tienen sus propias fórmulas, unas sin estrenar y otras muy experimentadas y comprobadas en su efecto. Pero ha llegado la hora en la que cada ciudadano reflexione por sí mismo, y se olvide de las argumentaciones escuchadas. El votante  que ejercerá su derecho a emitir su voto dentro de unas pocas horas tiene también su propia opinión, y en su "magín" está ahora obligado a mezclar argumentos de unos y de otros, pero sobre todo, tiene la obligación de llegar a su propia conclusión: ¿Quién me interesa más, quién me da más confianza, de quién deberé fiarme para que le entregue mi más preciado tesoro,. que es el voto?  Son preguntas de muy difícil respuesta, y hasta ahora cada uno de los aspirantes ha empleado su tiempo de intervención, y hasta de actuación. Es bastante evidente que el PSOE ha defraudado sustancialmente por causa de la insoportable cifra de parados acumulada. No es menos cierto que el PP contempló con pasividad los efectos de la crisis, y no quiso, no supo o prefirió, sencillamente, no cooperar y abstenerse, reservándose para la etapa siguiente. El PP ha dispuesto, durante la legislatura que termina, de la mitad de los Gobiernos autonómicos, que también están capacitados para crear empleo o para destruirlo, para gastar adecuadamente dinero público o para hacer un mal uso de esos dineros que aporta cada ciudadano...  Ahora, con bastante probabilidad, dispondrá de, casi, "plenos poderes": Cámaras legislativas, gobierno de la Nación, Gobiernos regionales. ¿Se ha ganado tantísima confianza, o, sencillamente, se le dará un voto de confianza "para que acierte", para que sea capaz de crear confianza y generar expectativas?  Esa es la conclusión a la que, con toda seguridad, ya han llegado muchos votantes, que no tienen por qué complicarse la existencia con difíciles argumentos y conclusiones finales. También es válido ese atajo en explicaciones: éstos de la legislatura concluida han defraudado, por lo tanto, hay que dar oportunidad a los aspirantes. Sin mayores explicaciones ni contemplaciones.

Después de todo, el "orden mundial" parece todo lo contrario, en nuestros días, y pocos estarían dispuestos a hacer una apuesta fuerte por la pervivencia de los criterios de coherencia y rigor que han podido estar vigentes en los años anteriores. ¿Quién podría sospechar que los nuevos primeros ministros de Italia o de Grecia serían reclamado "desde lo alto", al margen de los gustos e inclinaciones de los ciudadanos del lugar?  ¿Y quién descarta que si Rajoy o Rubalcaba "no complacen a los mercados" podrían recibir parecido comportamiento de "los jefes del Universo"? La mera consideración de esas hipótesis, devalúa muy seriamente el valor del voto individual de cada ciudadano, y nos instala en la indefensión, en la inanidad. ¿De verdad nuestro voto es válido, es valioso, tiene utilidad y  trascendencia? Cuando "hombres de Goldman Sachs" han tomado el control de la crisis europea, y cuando algunos ministrables que se mencionan para nuestro país reúnen esa misma condición, ¿con qué ánimos puede acudir cualquier ciudadano a las urnas de este domingo?

Pues, a pesar de eso, sigue siendo una realidad demostrable que cada voto es válido y  valioso, que cada opinión de un ciudadano, en este domingo de emisión del voto, es extraordinariamente importante y hasta inapreciable. Luego, ya nos corresponderá exigir para que se pongan en práctica los programas y compromisos votados...