lunes 28 de noviembre de 2011, 08:16h
Con tregua o sin tregua, con chantaje
perfectamente claro o con maniobras de distracción, las finanzas de la banda
asesina ETA, que actúa en su estructura como una verdadera mafia, siguen siendo
un misterio. Las autoridades de la lucha antiterrorista calculan que los
etarras disponen en estos momentos de unos tres millones de euros,
repartidos por varios zulos y escondites de la geografía francesa para evitar
que una operación policial suponga un golpe irreversible en las arcas de la banda.
Se trata de una cantidad inferior a la que manejaba en los últimos años, debido
a que la estructura etarra es menos numerosa y más barata.
Según los datos de que disponen las fueras
de seguridad españolas y francesas, ETA tiene dinero para mantenerse durante
unos tres años en la situación actual, y sigue robando coches al otro lado de
los Pirineos, además de material para falsificar placas de matrículas o
documentos. En los depósitos en que ETA esconde su dinero suele existir una
libreta en la que los etarras que acceden al zulo deben especificar la fecha y
la cantidad del dinero que retiran para controlar las cuentas. Esta pista
resulta muy útil para los investigadores que, de ese modo, conocen si el zulo
ha sido visitado recientemente o si es viejo, dándose el caso de que algunos lugares fueron
abandonados por la sospecha de que las fuerzas policiales los tenían
controlados.
Y puesto que, aún en estos tiempos de
aparente abandono de la actividad armada por parte de los terroristas, la policía
y los jueces no bajan la guardia en la persecución de los asesinos, parece
claro que en cualquier momento se puede necesitar dinero para mantener el
complejo etarra, que acaso derive en una pura mafia, sin connotaciones
reivindicativas independentistas: en una
mafia "profesionalizada" (entre comillas)... que tiene que dar de comer a sus
cachorros, que tiene que pagar el sueldo a quienes no tienen más medio de vida
que la amenaza de muerte. Nunca debemos olvidar que cuarenta empresarios fueron
asesinados en los tiempos de plomo, cincuenta fueron secuestrados, y se
produjeron numerosos atentados contra personas y contra compañías que no
atendían el mal llamado "impuesto revolucionario".
Destacamos, en fin, que ETA, pese a las
buenas palabras mentirosas, ni ha abandonado las armas ni ha renunciado a su
financiación mafiosa, y que donde ayer dijeron blanco hoy pueden decir negro,
y que hasta que el último etarra no sea llevado ante la Justicia este culebrón
de terror no ha terminado. Una semana
después de las elecciones generales, en cuya campaña algunos políticos
vendieron la piel del oso antes de cazarlo, nadie con cierta cordura puede
cantar victoria ya que ETA sigue manteniendo su chantaje, su estructura, sus finanzas y sus pistolas.