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El Espíritu de Cádiz

El Espíritu de Cádiz

martes 29 de noviembre de 2011, 14:13h
    Conmemoraremos en 2012 el bicentenario de la Constitución gaditana. El espíritu doceañista fue el soplo de libertad y conocimiento que nació entonces y que impregnó la mayoría de constituciones latinoamericanas nacidas tras la gesta de Simón Bolívar.
   
    Desafortunadamente, desde los tiempos de Carlos I en que debimos normalizar nuestra especial relación con Latinoamérica hasta hoy, los españoles no hemos hecho las cosas demasiado bien. Mi perspectiva es privilegiada para este análisis por mi doble condición de colombiano y español y ojalá pueda contribuir alguito al debate cuya piedra de toque ha sido el VI Congreso Iberoamericano de Periodismo (CIP) que acaba de tener lugar en Cádiz.

    A mi modo de ver, el debate tiene dos ámbitos esenciales para España, el internacional -la privilegiada relación de España con Latinoamérica- y el doméstico -ser capaces de redefinir sin tapujos ni complejos nuestro mapa autonómico.

    En el VI CIP, el ministro Jordi Sevilla y el presidente de la Audiencia Nacional Ángel Juanes se manifestaron claramente favorables a "una racionalización del sistema de las autonomías" y para la mayoría de analistas presentes fue claro que hay que superar el actual estado de cosas.

    Las CCAA no están cumpliendo su función administrativa en la lógica aplicación del principio de subsidiariedad. Hoy por hoy, nuestro esquema de estado descentralizado es, como poco, ineficaz y antieconómico.

    No cumple aquí desmenuzar los detalles del autonomismo -son parte del Espíritu de Cádiz- pero sí mencionar que las opiniones a conciliar van desde el federalismo hasta el centralismo pasando por el falso federalismo y el autonomismo actual.

    Recuerdo aquí la maravillosa moderación de Raúl Heras que puso puntos sobre íes al recordarnos con delicioso humor la declaración de guerra del Cantón de Murcia contra el Cantón de Cartagena en el XIX y que, en su lección magistral, el presidente Juanes entroncó directamente con su tesis de un término federal devaluado desde entonces en España: "de lo que se trata no es de encontrar una etiqueta sino de solucionar un contenido". Vamos, que lo mismo da que se llame federalismo que autonomismo porque de lo que se trata es de definir qué comprende, cómo y para quién.

    Miguel Ángel Bastenier, corresponsal de El País en Latinoamérica, remachó uno de los mayores clavos del sentido común al recordarnos, al hilo de las reclamaciones soberanistas del diputado de CiU Antoni Picó, que "el federalismo se utiliza para unir cosas que están separadas, no para separar las que están unidas" por lo que el auténtico federalismo en España, y así lo manifestamos muchos de nosotros incluyendo al representante portugués de la agencia de notocias Lusa mi buen amigo Antonio Sampaio, propugna una Iberia Federal que aúne Portugal y España.

    Finalmente en este apartado, el ministro Jordi Sevilla nos dejó dos perlas dignas de estudio y debate. La primera hace referencia al modelo autonómico que se estableció en el 78: "Lo hicimos mal; tal vez hubiéramos tenido que apostar por tres autonomías históricas y haber mantenido el resto del territorio u otra solución similar. El café para todos fue un error". La segunda no menos incendiaria por su aplastante sensatez fue cuando recordó al diputado Picó que no son los territorios los que pagan impuestos sino los ciudadanos así que la reivindicación del Pacte fiscal catalá es mero populismo ya que, en realidad, lo que ocurre simplemente es que en el territorio de Catalunya se da una concentración de ciudadanos que pagan más impuestos, pero que en absoluto es Catalunya la que paga. Y que esto mismo es, obviamente, aplicable al País Vasco y a Navarra.

    El otro ámbito de este Espíritu de Cádiz vino marcado por las intervenciones del eurodiputado Diego López Garrido y el ministro Moratinos. Ambos hablaron de Europa y ambos remarcaron la especial importancia estratégica que tiene Latinoamérica para España. López Garrido me confesó que Europa está yendo hacia una Federación Paneuropea en la que pronto (10 años) elegiremos por sufragio universal al presidente del Consejo. Por su parte, el ministro Moratinos respondió a mis preguntas con firmeza: "España tiene que ser capaz de defender su especial y exclusiva relación con Latinoamérica cuando se defina la política exterior de esa nueva [pan] Europa". En idéntica onda se manifestaron los presidentes Samper Pizano (Colombia) y Paz Zamora (Bolivia).

    No cerraré sin recordar las sabias palabras del periodista chileno John Muller: "Tenemos que empezar por quitar esa infamia del visado para los latinoamericanos [...] y más ahora que por la crisis los españoles empiezan a buscar oportunidades allá y están empezando a sufrir la misma reciprocidad". España tiene que desempolvarse. Llevamos acumulando polvo desde la pérdida de Cuba. Latinoamérica no es un hijo malcriado con el que podamos ser condescendientes; Latinoamérica es, hoy más que nunca, un socio y un amigo importante.

    El Espíritu de Cádiz ha nacido. A todos nos cumple que no muera.
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