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Contra los puentes, por la Constitución

Contra los puentes, por la Constitución

martes 20 de diciembre de 2011, 09:50h
Creo que vivimos tiempos de reformas. Profundas. Un nuevo modo de vida y de entender las cosas se ha instalado en la vieja, a este paso viejísima, Europa. Entenderemos, acaso este mismo fin de semana, que nada a va a ser como era. Celebraremos, este martes, acaso el último aniversario de la Constitución tal y como está ahora, prácticamente intocada -no me diga que usted cree que la última reforma-exprés del artículo 135 es el último cambio que le queda a nuestra Carta Magna--. Estamos, quién sabe, quizá en el último macropuente festivo, uno de esos en el año en el que decenas de miles de españoles creen que pueden escapar de los deberes laborales durante toda una semana. Lo siento, pero alguien tiene que decirnos -esperemos que sea Rajoy, y pronto-que eso no puede ser, y que nos explique por qué.

Yo lo intuyo. La Constitución de 1978 está, y bien que siento decirlo, anticuada en muchos aspectos. Para que sobreviva hay que cambiarla, y no poco. Les pasa lo mismo a algunas costumbres ancestrales; los 'puentes' festivos son una de esas costumbres, que contribuían a nuestro estado de bienestar, a la supervivencia feraz de nuestra hostelería. Algo tiene que mudar para que lo sustancial, el sistema, el bienestar básico, sobreviva; todos, los hosteleros en primer lugar, tenemos que aprender a caminar por caminos nuevos.

Permítame que no me extienda: que sea Rajoy, si algún día abandona su mutismo, tan productivo para él, quien lo explique. Pero me parece que hay recortes pendiendo sobre nuestras cabezas, y el de estos 'puentes' tan poco acordes con la productividad que necesitamos, son uno de ellos. Y me parece que hay reformas legales, comenzando por las que afectan a nuestra querida Constitución, que están ahí, aguardando su turno, y que no parecen dispuestas a aguardar mucho más, por poco que guste a la clase política meterse a abrir este melón, tan lleno de riesgos.

Hoy acudiré a la conmemoración del 33 aniversario de la aprobación de la Carta Magna que tan buenos resultados ha dado a los españoles durante tres décadas. Hoy acudiré, en el Congreso de pos Diputados, al acto de defunción de una era, en la que fuimos tan felices, y no nos dábamos apenas cuenta. Y es que, nos lo dijo Rajoy sin quizá pretenderlo, la cosa no está para cenas. Ni para mantener un arquitrabe legal en el que hay muchos artículos que ya no nos valen.


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