Protagonismo del Rey

El Rey D. Juan Carlos asume la responsabilidad que le corresponde en la ceremonia de inauguración de la nueva legislatura tras la celebración de elecciones generales que han deparado alternancia política. Es un momento clave del buen funcionamiento de las instituciones y una demostración de madurez de una democracia capaz de realizar un traspaso de poderes entre los dos grandes adversarios políticos, en un marco profesional, leal y responsable que transmite confianza a los ciudadanos.

Esta actitud impecable debería registrarse en cualquier administración, para evitar un desgaste enorme en la credibilidad de nuestros políticos como ocurrió recientemente en alguna comunidad autónoma como Castilla La Mancha donde la polémica sobre las facturas en el cajón contribuyó a incrementar la desafección popular hacia la clase política registrada con tozuda rotundidad en cada oleada del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas).

La honestidad y la transparencia, indispensables en las instituciones regidas por los distintos representantes políticos, también se aplican en la Casa Real. D. Juan Carlos no quiso ni pudo esquivar el tortuoso caso de su yerno, Iñaki Urdangarin, que tantos recelos está levantando entre los españoles, en un mensaje de Nochebuena con audiencia millonaria, donde el propio Rey admitió como natural la reacción de la sociedad. "La justicia es igual para todos" afirmó con rotundidad y convicción el Jefe del Estado en una intervención muy esperada que no defraudó porque aseguró que "cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley".

Sin embargo, el monarca advirtió que no se deben generalizar comportamientos individuales porque "se podría causar  un grave daño a instituciones y organizaciones que son necesarias para la vertebración de nuestra sociedad", un mensaje oportuno dirigido hacia quienes aprovechan irresponsablemente para colocar el ventilador y salpicar a todos en beneficio propio e inconfesable. El Rey no lo consiente. Urdangarin sale de la vida oficial, a la espera de las decisiones judiciales que le permitan defenderse de una situación inadmisible en un estado de derecho donde la violación del secreto del sumario está, inaceptablemente, a la orden del día. El protagonismo del Rey recupera todos los aspectos positivos junto con su hijo, el Príncipe D. Felipe, un heredero que sufre injustamente los efectos del caso de su cuñado. No hay duda de su preparación, compromiso, dedicación y trabajo incansable por toda España y el mundo al servicio de la democracia española.