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Certezas y dudas del 2012

Certezas y dudas del 2012

domingo 01 de enero de 2012, 18:58h
Porque hasta Rajoy ha dejado claro que sólo con recorte nos vamos al tacho.
Vamos a dejar aparte la carga cabalística con que llega este año y a echar una mirada prospectiva únicamente a la situación española. Partiendo de esta acotación del objeto, creo que puede distinguirse con cierta claridad los asuntos que tienen alta probabilidad de producirse (casi certezas) y aquellos que se develarán con el correr de los próximos doce meses (dudas o incertidumbres).

Veamos. Algo que ya es evidente, porque nos lo han anunciado el penúltimo día del año, es que en los primeros meses del 2012 (por lo menos seis) la recesión económica nos va a patear el bajo vientre. Tiene razón el PSOE cuando afirma que la justificación del recorte duro que hace el nuevo Gobierno no es sólida: si el déficit público es mayor del esperado por los excesos de las comunidades autónomas, lo justo es que los recortes no se repartan por igual, sino que se negocien con cada comunidad. Pero, aparte de los cambios de luces del Gobierno para justificar las malas nuevas, lo cierto es que los recortes eran necesarios si se quiere sanear las cuentas públicas. Ahora bien, uno supone que el Gobierno es consciente de que falta la otra parte del plan: todo lo que se refiere a las medidas de incentivación productiva y reactivación económica en general. Porque hasta Rajoy ha dejado claro que sólo con recorte nos vamos al tacho.
Y aquí comienzan las incertidumbres del lado gubernamental. ¿Llegarán a tiempo las medidas de reactivación para evitar que todo el 2012 sea únicamente un camino de sangre, sudor y lágrimas? Porque si en el segundo semestre la cosa no levanta, la bronca será inevitable en la calle. Y conste que no me caigo de ingenuo: ya sé que diversos sectores críticos saldrán a la calle desde el primer trimestre. Pero esos movimientos serán capeables si no están apoyados por gruesos sectores de la ciudadanía. Ahora, si la situación sigue color de hormiga en el segundo semestres, la tempestad puede convertirse en gruesa. Y si esto sucede habrá que ver cómo se maneja el Gobierno en medio de esta disrelación política: mayoría absoluta en el Congreso y la calle en manos de los diversos opositores.

Del otro lado, es decir, respecto de la oposición, hay que distinguir tres bloques principales: el principal partido de la oposición (el PSOE), la emergente Izquierda Unida y los nacionalistas (el grupo mixto también se las trae, pero eso lo dejaremos para otra oportunidad). El PSOE empieza el 2012 con pocas certezas: prácticamente todas las pelotas en juego están todavía en el tejado. De hecho, tiene que decidir de inmediato si quiere hacer un Congreso a la carrera, sin entrar en profundidades, nominalista, para elegir la Secretaría General, o bien quiere realizar un Congreso con cierto calado, donde se discutan no sólo los errores puntuales sino la experiencia zapaterista como proyecto político. Desde luego, esta segunda opción no se puede realizar en un mes: simplemente es un insulto a la razón. Pero jugarse a la primera opción, como parece hacer Rubalcaba, puede ser una apuesta altamente peligrosa, porque puede convertir el 2012 en el peor año de crisis interna del PSOE: miles de socialdemócratas se habrán quedado con la sensación de que Rubalcaba no quiere abrir el debate en serio. En realidad, esa crisis interna podría inducir a la tentación de impulsar una nueva fuga hacia delante: llamar a arrebato contra el nuevo gobierno, para galvanizar en la pelea un partido resquebrajado desde dentro. Esperemos que la insensatez no llegue a esos extremos.

Creo que el caso de Izquierda Unida es quizás más previsible. Sería muy raro que Cayo Lara sufriera un ataque de cordura y se pusiera a frenar a los potros desbocados que quieren lanzarse a galope tendido contra el nuevo Gobierno. Eso ha sido posible en Comisiones Obreras, pero no lo veo en Izquierda Unida, para quien la beligerancia es la mejor medida de la identidad de izquierda. Y, claro, si Rajoy no levanta la economía pronto, Izquierda Unida tendrá toda la justificación que necesita y más.
Entre los nacionalistas, la perspectiva no es la misma para los moderados que para los radicales. Para los moderados la cosa se complica y se verán obligados a caminar por el filo de la navaja, o a seguir con el recurrido deporte del desdoble: decir una cosa (por unos representantes) en sus comunidades y decir otra cosa en Madrid (por sus otros representantes). Tampoco lo tienen fácil los nacionalistas radicales: como dijo el representante vasco en la sesión de investidura, para acabar con el conflicto, Rajoy y ellos están obligados a entenderse. Sin embargo, si la tempestad social arrecia será imposible salvar cualquier mínimo entendimiento.

En resumen: en el 2012 hay bastante certeza de que estaremos pal´tigre, aunque, claro, no es lo mismo estarlo un poco que estarlo total y acabadamente. Pero sobre esto, sobre la dimensión del descalabro, es sobre lo que hay todavía un mar de dudas.  
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