El PSOE y España

Muchos dirigentes del partido socialista sólo consideran los problemas internos de su partido más que la necesidad que tiene la democracia española de que el principal partido de la oposición sea sólido, consciente de su papel y cumpla sus compromisos. El proceso que están protagonizando los ex ministros de Rodriguez Zapatero se está centrando demasiado en una confrontación personal por alcanzar el poder entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón. Al menos, de cara a la opinión pública no trascienden las propuestas de uno y de otra en aspectos clave para conseguir el objetivo definido de recuperar la confianza de los cuatro millones y medio de españoles que han dejado de votar al PSOE. Sin duda, la nefasta gestión de la crisis económica y el listón de los cinco millones de parados han influido decisivamente en la mayor debacle electoral socialista en estos años de democracia.

Pero no parece que la pugna por la secretaría general del socialismo centenario esté motivando a esos ciudadanos, muy al contrario porque los últimos datos apuntan a una mayor pérdida de apoyo electoral. Más allá de las medidas imprescindibles para salir de la crisis y remontar una de las peores situaciones que ha sufrido España y el mundo en general, los socialistas tienen el reto de explicar a los españoles cuál es su idea del Estado español y las propuestas que deban servir para recuperar la credibilidad de su proyecto político. Hay serias dudas sobre la idoneidad de la rápida celebración de un congreso que requiere un debate mucho más afondo entre todos los dirigentes y militantes mirando hacia el futuro y respondiendo a las exigencias actuales de unos españoles que buscan un proyecto sólido, estructurado, claro en sus planteamientos y en sus objetivos para una España diversa pero necesitada de unidad y solidaridad.

Tampoco está claro que los dos candidatos sean los que puedan representar la verdadera opción de cambio que sintonice con una sociedad descreída y escéptica. Más bien, la consideración de provisionalidad se abre camino y el nuevo líder socialista estaría por venir en un período adecuado, con las propuestas firmes y claras y los debates imprescindibles para cotejar ideas y planteamientos. En estos momentos políticos, una cierta generosidad que ayude a superar ambiciones personales, por muy legítimas que sean, se presenta ineludible con una dirección cohesionada y con alto nivel de cualificación y experiencia que sea capaz de aunar voluntades, intereses y esfuerzos, no sólo para solucionar los problemas graves que sufre el PSOE sino para responder a lo que necesita España.