No prospera la idea de posponer el cumplimiento del déficit

No sin dificultades apreciables, parece que trata de avanzar la idea de que, en las actuales circunstancias de recesión económica, no procede insistir en el cumplimiento exigente de una reducción "exagerada" de los niveles de déficit público. En esta materia, empieza a dar la impresión de que la señora Merkel, la gran jerarca de la Unión Europea, sin lugar a dudas, se queda sola. O casi. Se supone que sigue recibiendo el apoyo de su importantísimo ministro Wolfgang Schauble,el gran inspirador de las pautas económicas que siguen Alemania y la Unión, y en los últimos días, hemos visto también cómo Mariano Rajoy se declaraba entusiasta de no deber nada a nadie, y por tanto, de llegar cuanto antes al déficit cero, en el Estado como en las Comunidades Autonómicas.

De hecho, después de la subida de impuestos, la gran medida económica adoptada por el Gobierno ha sido imponer el déficit cero para las Comunidades Autonómicas a partir de 2020. Claro que hasta entonces... En cualquier caso, Rajoy trata de imponer en todas las conciencias su gran idea madre en administración de un patrimonio: No se puede gastar más de lo que se ingresa, y el Estado español se gastó el año pasado 90.000 millones más de los que ingresó, nada menos. Eso es a todas luces, y para un tiempo posiblemente largo, ruinoso. Y Rajoy no quiere que esa hipoteca le dure demasiado tiempo. De manera que, cuando antes, reducción del déficit  8 por 100 al 4,4, y al 3, y al cero. Y borrón y cuentas nuevas. Pero, que así dicho y escrito parece resultar una teoría sencilla,  ¿es posible, e incluso, es recomendable? Los autores discrepan, y vienen a coincidir en que la tarea de reducir el déficit se hace en la peor de las circunstancias: cuando no hay ingresos en las Administraciones Públicas por causa de una reducción sustancial de la actividad económica.

Apenas si hay exportaciones, el comercio está en las mínimas, y sólo se alimenta con rebajas y ofertas, y las familias ahorran a la fuerza, ante la sospecha y el miedo de que la presente situación de recesión puede seguir  engordando las cifras de parados con cualquiera que "se arriesgue" a cooperar en el mantenimiento de niveles mínimos de consumo. En estas circunstancias, el ciudadano empieza por aplicarse a uno mismo la regla de oro de Rajoy: No sólo no gastar más de lo que uno ingresa, sino, a ser posible,  ahorrar para tiempos que pueden ser aún peores, como los que a diario se nos auguran y pronostican...

Pues bien, así las cosas, los expertos, estudiosos de las grandes doctrinas economicistas, proclaman que es un disparate tratar de acelerar la reducción de los niveles de déficit, porque tal cosa no hará sino agravar la situación de paro e inactividad general. Angela Merkel, y Rajoy como "aprendiz de brujo" de la grandísima líder, sostienen lo contrario: resolver las viejas cuentas es la única vía para empezar a ver despejado el panorama del futuro crecimiento.  ¿Quién tendrá la razón?

Pronto lo veremos: hemos terminado 2011 con una herencia insoportable, de 5,2 millones de parados, algunos menos de los que pesaron Rajoy y Montoso, pero nos vienen augurando que será inevitable que esa marea de sin trabajo aún siga creciendo, por lo menos en el primer semestre del presente año, y en, tal vez, otro medio millón más de parados. ¿Esas costuras no se romperán alguna vez?  Curiosamente, hemos visto al "dúo" Toxo-Méndez empezar a culpar "a los otros". "Nosotros hacemos esfuerzos (para conseguir acuerdos), pero otros despiden y despiden, y no dan facilidades para que "esto" empiece a mostrarla menor esperanza de arreglo. La paciencia tiene un límite...

Después de  todo, algún autor estudiará en su momento "el caso español": De los cinco o seis millones, ¿a la quiebra nacional, o a la recuperación? Esa es la cuestión, nada menos.