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El insano cultivo de la acritud

El insano cultivo de la acritud

jueves 16 de febrero de 2012, 08:02h
Dado mi especial interés por la cultura política del país y su posible evolución, observo con particular atención los discursos y modos declaratorios de los políticos jóvenes y las figuras emergentes en la arena nacional. En los últimos días se ha producido la aparición de algunos de ellos, especialmente en el PSOE, que me gustaría comentar. Me refiero al Secretario General del Grupo Parlamentario Socialista, Eduardo Madina, y a la nueva portavoz de dicho grupo, Soraya Rodríguez. La cosa no deja de tener su importancia porque no por casualidad ambos están sentados al lado de Pérez Rubalcaba, en la primera línea del fuego parlamentario del PSOE.
 
Alguien podría argumentar que ninguno de los dos son precisamente nuevos en las lides parlamentarias. Sin embargo, tienen la característica común de haber llegado al Congreso precisamente con el inicio (2004) de la primera legislatura de Zapatero. Es decir, aunque no sean de la misma generación (Soraya nació en 1963 y Eduardo en 1976) ambos son parte de los jóvenes turcos del zapaterismo en alza. Y quizás por ello están marcados por ese estilo de dialéctica bronca con el Partido Popular, que constituyó la forma de un problema de fondo: la ausencia de sentido de Estado que caracterizó (como bien apuntó el diario El País) la experiencia de los Gobiernos de Zapatero.
 
La nueva portavoz se acaba de estrenar este miércoles pasado en su tarea de representante de la oposición socialista frente a su tocaya Sáenz de Santamaría y, como comenta acertadamente Julia Navarro, perdió claramente el debate. Mi impresión es que una de las razones que le impidió quedar bien guarda relación precisamente con ese uso y abuso de la acritud dialéctica. Pareciera que estaba más preocupada por demostrar su enfrentamiento con el PP que por cuidar la solidez de sus argumentos. Y su tocaya se la merendó.
 
Por su parte, Eduardo Medina, en sus intervenciones públicas recientes parece que está concursando al título de "Mister Acritud". Habla con sensatez cuando examinar un problema sustantivo, pero cuando se refiere al Gobierno florece en absolutismos: "nos encontrará absolutamente en contra", "lo rechazaremos por completo", "el PP miente antes y ahora", etc., etc. He de aclarar que las difíciles circunstancias por las que atravesó Madina siempre me han motivado simpatía y solidaridad. Pero precisamente por eso, creo que soy constructivo cuando planteo que ese tonillo agrio que usa con los adversarios políticos no me parece una fortaleza sino una debilidad. A una distancia más que prudencial se hace evidente que tiene demasiada tendencia a pasar de la construcción argumental a la pelea política navajera.
 
Pues bien, tanto Soraya como Eduardo deberían plantearse si no sería conveniente cambiar de registro comunicativo en esta legislatura que comienza. Desde luego que es altamente recomendable mucha más fineza de argumentos que carga de tonos ácidos. Pero creo que hay otra cuestión más de fondo: cabría preguntarse si mantener de forma constante la acritud con el Gobierno es la forma que conviene a la necesidad de elaborar políticas de Estado en aquellos asuntos cruciales que tienen al país patas arriba. Mi juicio es que la forma tiene que conjugarse más con el fondo. Y supongo que nadie creerá que estoy proponiendo una oposición menos firme y un menor juicio crítico. Nada de eso. Simplemente estoy tratando de establecer un conjunto de forma y fondo que esté de acuerdo con las difíciles circunstancias actuales. A menos que todo eso de que "todos debemos remar en la misma dirección" sea simple ocurrencia oportunista.
 
Por supuesto, no se me escapa que el papel que ambos están jugando pueda ser parte de una tramoya más amplia, en donde a ellos les toca poner la cara agria y radical, para que Rubalcaba se pueda ver como sensato y equilibrado.  Pero incluso si así fuera, creo que es un mal síntoma, porque en las actuales circunstancias, el tono general de la oposición socialista debería ser más serio. Es cierto que todavía están empezando las tornas, pero no les quepa duda a los dos de que en la ciudadanía estamos esperando un cambio de trato opositor respecto de las anteriores legislaturas. (Como puede notarse, no pierdo la esperanza de que pueda mejorarse nuestra deficiente cultura política).
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