La Sanidad de todos

El Gobierno y las Comunidades Autónomas, en un gesto de sensatez que ojalá sirva como precedente para otras decisiones venideras, han suscrito ayer la "hoja de ruta" de un pacto por la Sanidad. Ello quiere decir que, manteniendo cada comunidad las transferencias en materia sanitaria, se va a actuar de un modo coordinado para evitar trámites ineficientes y burocracias absurdas, que siempre terminan por lesionar los derechos del paciente.

    Por ejemplo, se acordará un calendario de vacunas infantiles que será el mismo para todas España, de modo que a los niños andaluces cántabros no les suministren la vacuna contra tal o cual enfermedad a una edad distinta que a los niños canarios o catalanes. Las enfermedades no entienden de territorios, y de ahí la necesidad de unificar criterios. También se utilizará una tarjeta sanitaria común, que haga accesible sin complicaciones a cualquier paciente el tratamiento necesario en cada momento, porque un servicio público y universal de salud debe afrontar de un mismo modo una apendicitis o una fractura de huesos en la meseta que en el litoral, en Extremadura que en los Pirineos. También, en lo que se refiere a personas que necesiten unas atenciones super-especializadas ,se crea una red de coordinación para que ningún español, por razón de residencia, no pueda acceder al mejor servicio.

     Si a todo esto añadimos que la compra de medicamentos se realizará conjuntamente, lo cual implica un importante ahorro, podemos decir que se están dando pasos en el mejor camino. Y no se trata de "enmendar la plana" de las transferencias sanitarias, sino, como decimos, de actuar con criterios de eficacia y de equidad.

   Ojalá, en fin, el espíritu de este pacto sanitario, promovido por la ministra Ana Mato, se pueda llevar a otros asuntos, como la educación  (para que el Descubrimiento de América o la guerra incivil sean explicados con los mismos criterios de objetividad intelectual en todas las comunidades autónomas), o en el reparto del agua, tan necesario en estos tiempos de sequía, repartiendo y compartiendo un buen escaso,  enterrando el hacha de guerra de viejos tabúes y yendo al grano.