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¿Me corto las venas o me las dejo largas?

¿Me corto las venas o me las dejo largas?

martes 03 de abril de 2012, 16:03h
El presidente Rajoy es un tipo mediocre. Él prefiere el vocablo previsible, pero también yo prefiero referirme a mí como "resultón" cuando la verdad es que soy feo. Las palabras nos ayudan a sobrellevarnos, pero no pueden cambiar la cruda realidad: él es mediocre y yo feo.

La virtud que alabé del presidente Rajoy en su momento fue su [aparente] capacidad de nombrar gente válida para casi todos los puestos. No compartía ni comparto sus planteamientos ideológicos -¡ellos son de derechas, yo tampoco!- pero entendí que Guindos podía dar juego yendo de la mano de Montoro, que Wert tendría dos... redaños para aplicar a la educación su conocido pragmatismo, que la elección de Sáenz de Santamaría para la vicepresidencia era el contrapeso adecuado a la inepcia del jefe del gobierno y hasta fui capaz de entender que tras la "ministración" planetaria de Pajín otra boba como Ana Mato era una concesión a las frívolas que en España son y tanto peso tienen a tenor de la fructífera existencia de T5.

Pasados 100 días d. ZP, escribir en España sigue siendo llorar. El presidente Rajoy parece cada día más perdido en una maraña de números y predicciones que no es capaz de comprender por más clases magistrales que le imparta Guindos y Guindos cree que el ministerio es una prolongación de [su] Lehman Bros cuando aspiraba a ser Goldman Sachs. Montoro hace lo que puede, que nunca es suficiente, y acaba claudicando ante el gran sapo del fraude fiscal premiado: ¿Y los principios?

No puedo imaginar una sociedad que dijera "los ladrones que declaren lo que han robado pagarán un tributo del 10% y podrán seguir disfrutando del fruto de sus robos pa' los restos." Cuando ante la propuesta del presidente Zapatero de una amnistía fiscal el preclaro Rajoy y la listísima SSdeSM levantaron sus voces contra un despropósito gubernamental y una iniquidad social, yo me puse de su parte. Me valió reprimendas cariñosas desde el PSOE, pero con la boca pequeña: a todos nos repugna premiar al delincuente. Sin embargo, ahora Rajoy el veleta va y lo hace, se tapa la nariz -o ni siquiera- y permite que pase el dinero maloliente, podrido y delincuencial y premia a los que lo han perpetrado. No importa que sean tenderos que cobran en metálico o estibadores "extra" incentivados para descargar primero esto o aquello; no importa que sean fontaneros que dejaron el IVA atrás como un vestigio de un pasado brillante y ladrillero o marchantes de arte capaces de "poner en factura" un Picasso a precios de un Peláez y luego disfrutar de los tropecientos millones "in black" en la rivera francesa o en la cuenta numerada en la banca suiza. A Rajoy y a de Guindos no les importa que los negros sean dineros del narcotráfico o de la venta ilegal del patrimonio expoliado a las ermitas castellanas de la misma manera que a Cospedal no le importa que el carguete de apaño sea para su hermano o para su marido o que SSdeSM saque las uñas y acabe colocando por 150.000 € al año a su maridito pito pito, aquí lo coloco, de aquí lo quito: es lo que tiene la podredumbre, una vez entra en casa todo huele a heces.

Los Presupuestos Generales del Estado, tras leerlos con los ojos de economista que también tengo, son bastante disparatados para la realidad española, aunque hay que reconocer que son cantos de sirenas para los nibelungos más allá del Rin. Reducir Educación y Sanidad y seguir comprando avioncitos para el ejército es más que raro inaceptable. Intentar no gastar es encomiable, pero ser incapaz de preparar un sistema de generación de recursos vía la reducción de la tasa de empleo demuestra la falibilidad de un gobierno en manos de un simple. El presidente Rajoy tiene que darse cuenta primero de que este no es momento de zonzos.
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